Barbara Padilla, la Susan Boyle tapatía

La gran final del concurso America´s Got Talent, celebrada hace unos días en Los Ángeles, le dio a la soprano tapatía Barbara Padilla un segundo lugar con sabor a primero. Radiante, vestida con un traje negro y guantes de satín que a David Hasselhoff le evocaron de inmediato a Audrey Hepburn, Barbara entonó con su potente voz la misma aria con la que audicionó por primera vez para el concurso y la que le robó el corazón a su público, “O mio bambino caro”. Barbara provocó eso que sólo las voces más bellas pueden lograr: le arrancó exclamaciones de admiración al público y puso al presentador y a los tres jueces, Morgan Piers, Sharon Osbourne y David Hasselhoff, de pie, incontenibles y ovacionándola con “bravos” incluso antes de que terminara su actuación. El carisma de Barbara se dejaba sentir en su sonrisa, su tremenda sencillez y sus emotivos agradecimientos.

“Te ves como un billón de dólares y te escuchas como tres billones de dólares”, fue lo que atinó a decirle Sharon Osbourne, en tanto que Hasselhoff le aseguró que el mundo era su escenario. Para muchos, incluyendo el juez más temido de todos, el británico Morgan Piers, Barbara estaba llevando a cabo, en ese preciso instante, el sueño de millones de personas. Al final, el ganador del primer lugar fue un granjero desempleado que canta música country, Kevin Skinner, pero ese hecho sólo desató un gran debate entre los seguidores del concurso, pues aseguran, decepcionados, que quien realmente merecía el triunfo era Barbara. En todo caso, lo que queda demostrado en concursos como éste es que nada está escrito y que los segundos lugares a veces resultan más memorables que los primeros. Ahí están los ejemplos de David Bisbal en Operación Triunfo España; Yuridia, en La academia y, más recientemente, Susan Boyle, en la última edición de Britain’s Got Talent, para probarlo.

Si bien este reconocimiento ha sido muy importante en la carrera como soprano de Barbara, y aunque sin duda alguna representa el cumplimiento de uno de sus grandes sueños, su triunfo real lo obtuvo hace unos años cuando ganó la batalla contra el cáncer.

Barbara nació hace 36 años en Guadalajara y desde muy pequeña demostró tener un don especial para el canto, el baile y la actuación. Ingresó a la Escuela de música de la Universidad de Guadalajara y comenzó su carrera como soprano, pero muy pronto fue diagnosticada con linfoma de Hodgkin, un cáncer que afecta el sistema inmunológico. Barbara se mudó a Houston, Texas, para librar la batalla y, mientras padeció los estragos de la quimioterapia, se propuso continuar con su carrera.

Hace nueve años, en septiembre de 2000, regresó a México y los médicos le realizaron un trasplante de médula ósea. En diciembre de ese año, el cáncer comenzó su remisión y Barbara pudo cantar el Ave maría en la Misa de Gallo de Navidad. Desde 2001, vive en Houston con su esposo Kyle Howard. Ahora tiene una pequeña hija llamada Mariana Elizabeth, de tres años de edad, a quien bautizó así en memoria de su hermana menor, quien murió en un accidente de tráfico en la ciudad de Nueva York, en 2006. La participación de Barbara en America’s Got Talent fue extraordinaria desde el principio. En junio pasado se presentó con otros 35,000 candidatos y pasó a las audiciones en Las Vegas con 125 de ellos. A la última audición, en Los Ángeles, llegó con 48 seleccionados y cantó frente a los tres jueces oficiales. Desde el comienzo de la competencia recibió grandes elogios de parte de los jueces. Sharon Osbourne, quien por cierto se identifica con Barbara por ser ella misma otra sobreviviente de cáncer, le dijo: “Eres absolutamente perfecta y una gran inspiración”.

En la final, Barbara demostró su carácter y fortaleza, y aunque en las semifinales los jueces le dijeron que no veían a nadie más que pudiera ensombrecerla, ella se presentó con gran determinación. Después de la lluvia de elogios, ella replicó humildemente: “sólo quiero ser un ejemplo para mi hija”. Pero parece que ya lo es y no sólo para su hija, sino para todo aquel que a pesar de la adversidad no deja de perseguir un sueño.