Abascal y Villalonga al filo del divorcio
Era una calurosa tarde en la exclusiva zona de Bel Air. Decenas de periodistas aguardaban en la acera de enfrente de la residencia de Adriana Abascal López Cisneros. El reloj marcaba las 5:30 horas. De pronto, llegó un camión y se estacionó a un lado de la propiedad. Varias personas comenzaron a bajar inmensos arreglos de flores blancas.
Una mujer del servicio salió y gritó a otros empleados de la casa: "¡Ya están aquí las flores! Rápido, ayuden". Faltaban sólo unos minutos para que llegara el primer invitado a la boda. Ese 30 de junio de 2001 fue uno de los días más felices para Adriana Abascal (Veracruz, 1970) y Juan Villalonga Navarro (Madrid, 1953), pues se casaron por el civil. Fue Juan el que quiso la boda, ya que a decir de Adriana, ella no necesitaba formalizar esa realidad.
Sin embargo, a ocho años de distancia, todo parece indicar que la historia ha dado un giro radical. En varios medios españoles, como la revista Semana, se dice que entre Adriana y Juan se ha terminado el amor. Nadie ha dicho las causas, pero en lo que coinciden es en que ya no comparten el techo de su refugio londinense, en el que se instalaron desde 2005.
Otros reporteros van más allá: en algunas columnas de sociales, también de la prensa española, se ha escrito con todas sus letras que el divorcio Abascal-Villalonga está finiquitado. Pero no revelan cómo fue el acuerdo económico y quién se quedó con la custodia de sus tres hijos: Paulina (de nueve años), Diego ( de cinco) y Jimena (de dos).
La noticia sacudió a muchos porque la primavera pasada, en un evento de las joyas Suárez, Adriana dijo de Juan: "Nos hicimos grandes amigos y lo seguimos siendo, por eso nuestra relación es muy sólida".
POLÉMICA HISTORIA DE AMOR Adriana y Juan se conocieron en 1996, en México, en una cena en casa de Emilio "El Tigre" Azcárraga Milmo. Entonces Abascal era la compañera sentimental del dueño del emporio Televisa, quien tenía 40 años más que ella. La cena se celebró una semana antes de que le diagnosticaran cáncer a Emilio, enfermedad de la que murió el 16 de abril de 1997.
"Quién me iba a decir que ese señor que vino a cenar a mi casa, con el que casi no hablé, se iba a convertir en el padre de mis tres hijos", recordaba la veracruzana hace un par de semanas en una entrevista para una revista del corazón. Meses después de la muerte de Azcárraga Milmo, Abascal viajó a España donde se encontró nuevamente con Juan. En aquel 1997, Villalonga era presidente de Telefónica, compañía que vivía un momento de expansión importante. Además, su amistad con el entonces presidente de España, José María Aznar, lo colocaba en un lugar privilegiado en el mundo de los negocios del país ibérico. Tanta era su influencia, que fue invitado por los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, a la boda de su hija, la infanta Cristina, en Barcelona.
Tras salir durante unos meses con Adriana, Juan se divorció de su esposa Concha Tallada, con quien procreó tres hijos, y quien era la mejor amiga de Ana Botella, esposa del presidente Aznar.
A partir de ese momento, la vida de Villalonga dio un giro de 180º: se mudó a Miami con Adriana y desde ahí despachaba, a través de teleconferencias, las decisiones más importantes de Telefónica. Casi de forma inmediata, su vida laboral entró en una profunda crisis que al día de hoy no ha visto la luz.
Por el contrario, en el aspecto personal, para Juan se anunciaba una alegría con la llegada de su cuarto hijo -el primero que tendría con Adriana-: una niña llamada Paulina, que nació en Miami, en mayo de 2000. Dos meses más tarde, el 26 de julio, Villalonga salió de Telefónica con 24 millones de euros de indemnización. Al día siguiente asistió al sepelio de su madre María Pilar Navarro.
Luego de vivir en Miami, los Villalonga Abascal se mudaron a California, ya que Juan entró a trabajar como consejero de Univisión. Compraron una espectacular casa en Bel Air que, curiosamente, había pertenecido tiempo atrás al emblemático actor estadounidense Cary Grant.
En esta misma propiedad fue donde, después de vivir cuatro años en unión libre, Adriana y Juan se casaron por el civil.
En 2004 llegó el segundo hijo de los Villalonga, Diego. Para ese entonces, Juan quería volver a España, pero lo tendría que hacer poco a poco, así que en 2005 compró una mansión de 20 millones de dólares en Londres. Tres años más tarde, quedó libre de investigaciones por sus supuestos malos manejos al frente de Telefónica. También en ese 2007 nació el tercer descendiente de su matrimonio con Abascal: Jimena.
Sin el ojo de la justicia sobre él, intentó regresar a España como gestor del club Valencia, pero no terminó bien y la imagen de Juan empeoró aún más cuando al romper con ellos, hizo que lo indemnizaran por seis millones de euros -aunque el club deportivo estaba en crisis-.
Ahora, los especialistas en finanzas aseguran que Villalonga quiere trabajar con el Real Madrid, equipo al que según él "podría ayudar a duplicar sus ingresos". Pero aún no pasa nada. Quizá el hecho de que Juan no haya podido volver a la jugada en los negocios ha causado conflictos en su vida personal, y hoy muchos se preguntan si estas fueron las causas por las que tuvo que firmar el divorcio.