Ricardo Barroso nos abre su depa
Una nueva etapa inicia en la trayectoria de Ricardo Barroso, de 35 años. Hace diez años abrió su propio despacho en Santa Fe, desde donde ha atendido más de 40 proyectos en el D.F., Monterrey, Acapulco y Playa del Carmen, y por el que se ha dado a conocer como uno de los interioristas más destacados de la Ciudad de México.
El restaurante Rivoli en Arcos Bosques y los antros Cluv, Sens y Hyde –también en el D.F.- son algunas de las propuestas más llamativas que ha diseñado, “fue muy divertido porque siempre vas desde chavo a las discotecas y nunca te imaginas que un día te van a hablar para que hagas una; aunque lo mío es lo residencial pues es un espacio íntimo, como hacer un traje a la medida”, nos platica este arquitecto que en 2007 ganó el Premio Nacional de Interiorismo en categoría residencial.
Sin embargo, ahora ha apostado por una nueva área dentro de su trabajo: una línea de cojines, tapetes y flores diseñada por él que se vende a partir del 15 de junio a través de su página de Internet (www.barrosohome.com) y en tiendas departamentales como Casa Palacio. La idea no es sólo hacerlo en México sino buscar la internacionalización con dignos productos hechos en el país.
“Desde hace muchos años diseño estos productos a la medida para cada cliente, pero siempre quise tener mi propia línea comercial abierta a la gente, inspirado por grandes diseñadores y arquitectos que lo hacen, como Philippe Starck y Frank Getty. Y dije ‘¿por qué no hacerlo en México?’ Creo que no hay realmente una línea nacional de cojines y tapetes de buena calidad y que los costos sean atractivos.
También se van a vender flores de seda en macetas de plata. Todos estos son productos hechos en México y con telas importadas pero más adelante quiero meterme de lleno al diseño textil para usar mis propias telas”. En una segunda etapa, piensa incorporar blancos y vajillas a la colección Barroso Home e incluso, hasta su propio mobiliario.
Y el mejor escenario para comprobar el buen gusto de Ricardo, es su propio departamento al poniente de la ciudad, que funge además como carta de presentación con sus clientes, a los que le gusta llevar a conocer su propio espacio para que sientan la calidez de la atmósfera. ESPACIO DE REVISTA
El departamento está siempre impecable, como en una foto de revista, pero, sin embargo, es un espacio cien por ciento vivible “y muy apapachable”, comenta. “Vivo aquí desde hace cinco años y desde un inicio lo diseñé como un espacio pensado para recibir gente; me gusta hacerla de anfitrión y atenderlos”. Para eso diseñó especialmente el área del bar con todo tipo de bebidas y puso una mesa de juego donde regularmente los martes le entra al póker o al dominó con amigos. Sale mucho de fiesta y a eventos sociales y los domingos disfruta quedarse en su sala de tele viendo películas o series o jugar X-Box con alguno de ellos.
Sus perras Paris y Lindsay, dos perras de raza chihuahueño, fueron su auto-regalo cuando cumplió 34 años y se han vuelto sus consentidas. “Las adoro y siempre están encima de mí, me acompañan todo el tiempo y las llevo muchas veces de viaje; creo que es de lo mejor que me ha pasado en la vida porque en ellas ves todo el amor incondicional de un animal”, platica entusiasmado refiriéndose a sus dos “hijas”.
Tocar el piano es otro de sus grandes gustos pues lo aprendió desde niño, así como le gusta meterse a la cocina a preparar platillos y pintar en óleo, aunque esto último ha dejado de hacerlo desde hace varios años.
Por otro lado, se considera un gran admirador del arte. “Desde hace mucho me gusta la pintura y la escultura; pero gracias a la recomendación de mi amigo Eugenio López, que me decía que el óleo es como del siglo XVIII, me interesé también por el arte contemporáneo como la fotografía y las instalaciones y empecé a coleccionar mis piezas”.
Muchas veces solicita la asesoría de su amiga Verónica Anaya o de Víctor Zamudio, quienes trabajan en la Colección Jumex, y le dan su opinión sobre lo que va a comprar. Y así ha ido adquiriendo distintas y variadas obras que se aprecian en el interior del departamento.
“Mi estilo lo definiría como un ecléctico contemporáneo, algo sofisticado; me gusta mezclar elementos antiguos con modernos, desde cornisas francesas, una cómoda Luis XVI o antigüedades del siglo XVIII con lámparas o mobiliario modernos. Creo que cuando uno es arquitecto es fácil caer en la tendencia del minimalismo, y lo hice en un principio de mi carrera, pero me gusta hacer algo más acogedor y que se sienta más tuyo”. MÁS DE RICARDO En su día a día no tiene un rutina establecida pues “mi tiempo es de mis clientes”. Su horario es en base a las citas que tiene con ellos y a los proyectos que tiene que atender. No siempre está en su oficina, pasa mucho tiempo afuera, va a reuniones, a comidas y ya el tiempo libre lo dedica a sus amistades, familia y a cuestiones sociales.
Después de siete años regresó al gimnasio, pues se dio cuenta jugando con sus sobrinos, que ya no tenía la misma condición para seguirles el paso.
Ricardo nació en el D.F. y vivió entre México y Monterrey aunque una. Estudió Arquitectura en la Universidad de Monterrey para finalizarla en la UNAM.
Su primer trabajo como arquitecto fue en el despacho de Juan Pablo Serrano y Enrique Macotela, aún cuando estudiaba, y estuvo ahí por dos años, donde considera que aprendió mucho. Después se fue unos meses a Nueva York y regresó a México para abrir en enero de 1999 su propio despacho de arquitectura, Barroso Arquitectos; de donde parte toda esta historia.