Manuel Camacho Solís se recupera de influenza
La libró... Así describió Manuel la súbita mejoría de su padre: el ex regente Manuel Camacho Solís, postrado desde principio de semana por la influenza y quien, según trascendió un día antes, agonizaba, publica el periódico La Crónica de Hoy.
El junior llegó al Hospital ABC oculto tras una mascarilla, pero sus rasgos físicos visibles y un paquete de libros gordinflones, lo delataron.
—¿Eres hijo de Camacho Solís? —se le preguntó.
—No, vengo a visitar a una catedrática universitaria —dijo entre sonrisillas nerviosas.
Cuarenta minutos después, luego de un largo desfile de pastelillos franceses y galletas de alta repostería con las que familiares intentaron reanimar a sus pacientes, Manuel salió con su bulto de libros... excepto uno.
Era otro su semblante.
“Sí soy hijo de Camacho Solís, pero ya estoy más tranquilo: mi papá la libró... Hace rato no supe qué decir, no lo había visto, porque no vivo aquí y me habían dicho que estaba muy grave”, dijo de sopetón.
No había tiempo para más aclaraciones.
—¿Y cuál fue el diagnóstico final?
—Sí, le dio la influenza porcina, la que está afectando a toda la gente.
—Pero entonces, ¿ya está bien?
—Sí, todavía está en terapia intensiva, pero por la tarde lo pasan a terapia intermedia.
—¿Cuándo saldrá?
—El médico nos ha dicho que en dos días... Ahí la lleva, cuando entré a la habitación lo encontré trabajando en su computadora, ya está mandando mensajes por internet, llamando por teléfono y leyendo los periódicos, poco a poco vuelve a la normalidad.
—¿Y ahí dentro, en cama, se ha dado cuenta de que sólo es uno de tantos, sabe de la locura que se ha desatado afuera?
—Por eso pidió los diarios, para enterarse, todavía está un poco confundido, aunque le ha dado ánimo saber que sí se puede vencer al virus porcino, él lo hizo y eso que se atendió un poco tarde, porque al principio pensó que era una gripilla común y corriente.
Camacho, uno de los hombres más cercanos a Andrés Manuel López Obrador, no pidió pasteles ni bizcochos glamorosos para la convalecencia —de acuerdo al testimonio de su hijo—; sólo un libro en inglés sobre historia de la política.
Aunque surgió la versión de que más políticos habían sido internados de urgencia en el hospital inglés, además de la presencia de los Camacho, sólo rondó por las instalaciones Juan Rafael Elvira Quesada, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, quien sorprendió a visitantes y al personal médico por su afán inquebrantable de saludar de mano, pese a las advertencias de las autoridades sanitarias.
Iba de mano en mano por el corredor, por los pasillos níveos.
“Ande, salúdelo, él no está enfermo, imagínese si lo estuviera”, fue la invitación de su esposa.
—¿Entonces no lo atacó la influenza? —se le cuestionó tras la breve sugerencia femenina.
—No, toco madera.
—¿Y qué hace por aquí?
—Vine a visitar a un familiar.
—¿Por la gripe del puerco?
—Parece otra cosa, lo están analizando.
—¿Y visitó a Camacho?
—No, porque sé que ya está a punto de salir.
No hubo, en el ABC, el trajín de otros sanatorios, de los públicos. De hecho, el hospital dio a conocer por medio en una misiva entregada a sus visitantes, que no ha “tenido una recepción masiva de pacientes afectados por la epidemia de influenza”.
En la carta, califica la actual situación como una “alerta epidemiológica” y narra que su comité de vigilancia y sus jefes clínicos han estado trabajando mucho; “de que el Secretario de Salud anunciara las medidas de suspensión de actividades”.
Pide, en el texto, no automedicarse y evitar concentraciones poblacionales. Rechaza los saludos, abrazos y besos. Y sobre los pacientes hospitalizados prohíbe los apapachos y las visitas largas, pero no —nunca— las galletillas europeas envueltas en celofán y adornadas con moños rosas...