Las óperas mexicanas con motivos propiamente nacionales son pocas y de las que están pensadas para ser interpretadas en lenguas nativas, su conteo puede terminar antes de llegar al número cinco. Recientemente, Samuel Máynez desarrolló un libreto inspirado en la vida del tlatoani mexica y señor de Iztapalapa, Cuitlahuac. Para concretar la propuesta musical sumó a su amigo, el compositor y académico Samuel Zyman, el resultado es la cantata épica Cuitlahuatzin, que recientemente tuvo una función gratuita sobre el escenario del Palacio de Bellas Artes.
Un par de días antes de llevar el resultado de esta colaboración al máximo recinto cultural del país, conversamos con los creativos en su casa del Pedregal, al sur de la Ciudad de México, taza de café y generoso pedazo de gelatina de mango natural de por medio, sobre el proceso de creación, la ópera mexicana y la concordancia de una historia con su idioma.
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¿Cómo se creó la cantata épica
Cuitlahuatzin
?
La propuesta, recuerda Máynez, llegó por parte de Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa quien, después de conocer su trabajo al reinterpretar la ópera de Vivaldi Moctezuma, lo incitó a escribir una ópera sobre el señor de Iztapalapa en un periodo de seis meses. “Una locura”, pensó entonces el escritor, investigador y músico mexicano.
Sin embargo, no dejó de lado la propuesta y comenzó a escribir con un apego histórico sobre este personaje que se interpuso a las decisiones de su hermano Moctezuma Xocoyotzin. Posteriormente sumó a su amigo y compadre -así se llamarán en repetidas ocasiones durante esta conversación- el compositor y profesor en Julliard, Samuel Zyman quien se sintió atraído por la idea desde el principio. “Toda mi vida profesional me he estado preparando para este momento. Me gusta mucho la ópera pero nunca había compuesto una”.
La primera pieza que vio la luz de esta colaboración fue el aria asignada al protagonista de esta historia, Cuitlahuac. “Es el aria que pinta al personaje principal”, coinciden. El maestro Zyman fue la primera grabación que envió. “En cuanto la escuché sabía que esto era”, recuerda Máynez. Así que de inmediato se la envió al tenor Rogelio Marín quien, a pesar de ser una pieza compuesta para barítono, la grabó en vivo sobre la pista que había enviado el maestro desde Nueva York. Al día siguiente, recibió el resulto y estaba lista. La pieza principal de esta cantata épica se consolidó en dos días de trabajo a distancia.
Por lo general los héroes en las óperas, son interpretados por las tenores, sin embargo querían otorgarle un carácter profundo a Cuitahuasb. El reto ahora era encontrar a un barítono que ofreciera el biotipo, la complexión de un guerrero y que tuviera la disposición de tiempo para abordar el proyecto. Sin embargo, Rogelio Marín a quien recordamos en esta historia por grabar la primera versión del aria principal, le contó a los Samuel que tenía a la persona indicada. Se trataba de Pablo Aranday quien, para su fortuna no se encontraba en España donde regularmente se encuentra, sino en México y se enamoró del proyecto.
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Cuitlahuatzin,
ópera en náhuatl
El libreto de Cuitlahuatzin, se escribió originalmente en español. Pero la intención original de Samuel Máynez era que se cantara en náhuatl. Para ello contaron con la traducción del experto en el idioma, el francés Patrick Johansson quien trabajó con el náhuatl de los nobles del siglo XVI.
La ópera, sugiere el doctor Máynez, “es un arte extraño, anómalo pero fascinante”. Es una suma de teatro, música, voz y actuación pero que tiene un dislate lingüístico que ha sido la norma. Vemos historias ambientadas en Japón pero cantadas en italiano. “Se tiene poco rigor histórico y se manipulan las histroias con otros fines”, señala.
Fue entonces que la intención del maestro Zyman al abordar este proyecto fue introducir en la orquestación sinfónica sonidos propiamente prehispánicos para ofrecer un ambiente coherente con la historia que se proponen contar. “El objetivo es de darle el tono local de origen”
Si bien coinciden en que una ópera conecta con lo universal del género humano y lo importante no es propiamente entender lo que dicen, sino sentirlo, también era importante que el idioma en el que está cantada Cuitlahuatzin, hiciera sentido con el propósito narrativo. “Imaginate que Cuitláhuac esté arengando a su pueblo en español, en la lengua de los invasores. El sonido y la existencia del náhuatl, es parte de lo que queríamos poner en escena ”.
La ópera mexicana
Así es como se han hecho todas las óperas sobre el tema, dicen. Hay un complejo de inferioridad en el continente al pensar que el arte que llega de Europa es superior. En el caso mexicano, explica el doctor Máynez, no fue hasta el movimiento nacionalista que se comenzó a buscar un sonido mexicano en la múucia sinfónica. Algo que no pasó en la ópera, complementa Zyman.
A esas intenciones se inscribe esta cantata épica que buscará cerrar una trilogía temática para Samuel Maynez con una ópera centrada en Cuauhtémoc. Esperan que después de esta función gratuita en el Palacio de Bellas Artes, se suman una temporada de mayor aliento en este y otros recintos del país y a nivel internacional.