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Mario García Torres el artista mexicano que pondrá reggaeton en el MoMA

Conversamos con el artista mexicano que presentará en el MoMA de Nueva York una pieza que desarrolló hace casi 15 años. Regresa con nuevos significados y al ritmo de reggaeton.
dom 30 abril 2023 03:30 PM
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Mario García Torres, artista contemporáneo mexicano.

En esta entrevista, Mario García Torres -uno de los artistas contemporáneos más relevantes, habla de música, del pasado, del flujo del tiempo y el espacio en el arte y todo bajo el pretexto de la próxima exhibición en el MoMA de Nueva York: Recuerdos elegidos. Arte latinoamericano contemporáneo de la donación de Patricia Phelps de Cisneros y más allá, donde presentará su pieza Je ne sais si c’en est la cause (No sé si eso sea la causa), uno de sus trabajos que está próximo a cumplir 15 años y a la que regresa con nuevos significados y al ritmo de reggaeton.

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Mario García Torres: un mexicano en el MoMA de Nueva York

Son las 10:00 de la mañana, es abril y temporada de Jacarandas en la Ciudad de México. El Paseo de la Reforma ofrece esa postal idílica de ese color que no es lila, no es violeta, tampoco azul violáceo; simplemente es color jacaranda. A unas cuadras del emblemático Ángel de la Independencia se encuentra el estudio de Mario García Torres, uno de los artistas más relevantes de la escena contemporánea. Antes de llegar a los elevadores, nos intercepta Gerardo. “Vienen con Mario”, pregunta y explica que aún no ha llegado pero no tardará. Tiene una playera de un azul plumbago -vaya la obsesión con los colores- que en letras blancas dice “Take me to on art museum and f*ck me in the bathroom”, una leyenda apropiada para alguien que trabaja con un artista.

Nos lleva al estudio, una sala casi vacía que, como buen estudio de artista que se precie de serlo, tiene pinturas recargadas en los muros, una pequeña bodega con pinceles, brochas, pintura y esqueletos de lienzos futuros. También hay una tornamesa.

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Je ne sais si c’en est la cause (No sé si eso sea la causa), pieza desarrollada por Mario García Torres.

“Ya no tarda en llegar”, advierte Gerardo. Pocos minutos después llega Mario usando su característica gorra, Más tarde, durante la sesión de fotos, su esposa Maríangeles Reygadas le reclamará habérsela puesto sin dejar secar su cabello.

El pretexto de esta conversación es Recuerdos elegidos. Arte latinoamericano contemporáneo de la donación de Patricia Phelps de Cisneros y más allá, la muestra que abrirá sus puertas el próximo 30 de abril en el MoMA de Nueva York y dónde se exhibirá Je ne sais si c’en est la cause (No sé si eso sea la causa), la pieza que Mario desarrolló hace casi 15 años y la que regresa con nuevos significados al ritmo de reggaeton.

Esta obra que consta de una videoinstalación y una serie fotográfica acompañadas de una canción ya forma parte del acervo del museo cuando se sumó a las donaciones de arte latinoamericano que la coleccionista venezolana Patricia Phelps de Cisneros realizó a la institución. En este punto, cabe destacar que el arte mexicano ocupa un lugar importante en la colección del MoMA la cual representa un tercio de la totalidad.

Al final del día uno hace arte para caerle bien a la gente, para que te quieran; uno hace arte para estar cerca de la gente. Es simple

Los artistas pasan mucho tiempo intentando que su obra forme parte de una colección y, cuando sucede, las instituciones le ponen un capelo y se convierte en “el documento de un momento particular”. “A los museos no les gusta que se toquen las obras”, cuenta García Torres, pero su intención en este caso era retomar los planteamientos originales pero encontrar una nueva conexión con el presente. La recuerda como una conversación complicada con la curadora argentina Inés Katzenstein para buscar la manera de repensar el contexto en el que está inscrita la obra. “Tienes que negociar qué tanto todavía de lo que querías antes quieres que ahora funcione.”.

Tiene una obsesión por repensar y redefinir conceptos como el museo mismo y a cuestionar, incluso, su trabajo del pasado. Mario dejó de fechar sus obras. Piensa que las ideas en una obra no suceden cronológicamente y tampoco responden a una lógica temporal. En realidad, dice, es rizomático. “Hay días que me levanto pensando en una pieza que hice hace 20 años y la quiero repensar y darle la vuelta. La creación de la obra está siempre tirando patadas a muchos lados. Si algún día un historiador viene a revisar mi obra quisiera que la viera en otros términos y no en los cronológicos”. Con ese espíritu, Mario regresa a Je ne sais si c’en est la cause (No sé si eso sea la causa).

En este proyecto, García Torres se embarcó en un viaje incierto a las Islas Vírgenes, a las ruinas de un hotel abandonado tras haber sido devastado por una tormenta tropical y en el que, un joven artista de nombre Daniel Buren, realizó dos murales. La tarea estuvo mucho más cercana a la exploración arqueológica, fue necesario retirar la maleza para toparse con aquello que deseaba encontrar.

Quería repensar las fallas y los errores: Buren, quien es hoy un destacado artista conceptual, escribió en ese momento una carta a sus padres donde les contaba que todo lo que estaba haciendo era un fracaso; el hotel nunca fue económicamente viable, tuvo muchos problemas; y en el contexto más extendido, cuenta Mario, Estados Unidos se dio cuenta de que la zona ya no era funcional para la guerra, así que intentó consolidar un desarrollo turístico y urbano semejante a Florida. Nunca pasó.

El resultado de esa exploración artística fue un documental y una serie fotográfica acompañados por una canción compuesta junto a su amigo Mario López Landa, una mezcla de jazz y los sonidos de sintetizadores muy característicos de principios de los dosmiles. La letra de la canción fue la carta de Buren a sus padres.

Mario García Torres, artista mexicano.
Mario García Torres, artista mexicano.

No hay nada documentado pero es probable que esta sea la primera vez que en las salas del MoMA de Nueva York se escuche reggaeton. “Ojalá que alguien termine perreando ahí. Esa es una de las ambiciones”. Pasa que para esta nueva vida de su pieza su intención es hablar del nuevo momento que está pasando en el Caribe a través de la música, el impacto cultural que tiene este género musical y se preguntó qué pasaría si hubiese un reggaeton dentro del Museo de Arte Moderno de Nueva York, qué dice del arte y de la cultura popular que siempre ha estado en una lucha con la supuesta “alta cultura”.

La reconfiguración es una colaboración con productores de música comercial caribeña y con el cantante Eme MalaFe, un referente en la música urbana que también canta géneros como los corridos tumbados, para explorar en cómo la región se está reconfigurando a través de sus sonidos. A todo esto ¿Qué música escucha Mario? Alejado del estereotipo del artista en su estudio, las respuestas sorprenden y van desde el “yo crecí escuchando cumbias”, hasta Marco Antonio Solis.

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Cerca y lejos del arte

Y cuando Mario dice “crecí” tenemos que ponerle escenario a ese verbo: Monclova, Coahuila, al norte del país, una ciudad que no alcanza los 300 millones de habitantes. De ese sitio recuerda al Museo Pape, una institución cultural local. “Estuve, por un lado, muy cerca del arte y, por otro, muy lejos. Si bien teníamos acceso y era una cosa muy cercana, las obras venían de otro lado”.

Esta contradicción es fundamental. “Pensar que los artistas y la gente con la que me interesaba hablar estaban lejos, no sólo geográficamente sino en términos temporales, se ha convertido en algo muy importante. Mi trabajo tiene que ver justamente con cuestionar el tiempo y la geografía”.

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Mario García Torres converso con Quién desde su estudio en el Paseo de la reforma en la Ciudad de México.

Fue a Monterrey a estudiar la Licenciatura en Artes, después llegó como curador junior del Museo Carrillo Gil, a la Ciudad de México donde el arribo del nuevo milenio trajo consigo una nueva concepción del arte. “Cuando me di cuenta que en México nada te valida como artista, empecé a hacerlo solo”.

A diferencia de cualquier otra persona, dice, lo único que hace diferentes a los artistas de cualquier otra profesión, es que están dispuestos a transparentar sus pensamientos diarios para intentar empatizar con el público. No siempre funciona, pero para Mario la controversia y la discusión es también un síntoma del éxito de una obra.

“Hay días que me levanto pensando en una pieza que hice hace 20 años y la quiero repensar y darle la vuelta. La creación de la obra está siempre tirando patadas a muchos lados. Si algún día un historiador viene a revisar mi obra quisiera que la viera en otros términos y no en los cronológicos.

Su proceso se alimenta de escuchar al espectador, los galeristas, curadores y coleccionistas. “Al final del día uno hace arte para caerle bien a la gente, para que te quieran; uno hace arte para estar cerca de la gente. Es simple”.

Todos esos rankings y listados que le asignan un valor número a su figura como artistas entre “los mejores artistas del mundo” no le ocupan. Son sólo respuestas a un capitalismo que trata de poner todo en blanco y negro. Muy útiles en términos del mercado del arte, pero nada significativos en el panorama de lo real. “Tiene más impacto hablar con alguien y pensar que mi obra le puede cambiar la vida”.

Mario García Torres , artista mexicano.
Mario García Torres , artista mexicano.

Cuando se trata de hablar de su papel en el arte contemporáneo mexicano, Mario se complica un poco. Resuelve decir que es un artista post conceptual y que una de sus ambiciones más interesantes es poder hacer un granito de arena en la historia de los que han pensado ¿qué es el arte? y lo han cuestionado.

Cobra crédito por cómo hoy la realidad de los artistas mexicanos es distinta, con nuevos retos sí, pero con menos complicaciones. Pero asume que no es el único. Ha formado parte de una generación de artistas que han consolidado la escena del siglo XXI. Confiesa que tiene celos de los artistas de la actualidad. “Son extremadamente interesantes”; explica que, a diferencia del pasado, los jóvenes han creado una comunidad local que dialoga sin necesariamente mirar al exterior.

La soltura con la que habla de arte, queda en segundo plano cuando llega la sesión de fotos. Duda entre si debe utilizar o no un accesorio plateado al cuello, si debe usar lentes o si es mejor portar la gorra o mejor dejar su cabellera mediana libre. Mariangeles, a quien los meses de embarazo de sus cuates ya cobran forma en su cuerpo, le da las sugerencias respecto a las prendas que previamente seleccionó para él. “Lo importante es que te sientas cómodo tú”, le concede.

Conforme avanzan los flashazos de Leo Manzo en la cámara, coopera y se relaja. Deja que la inercia de posar fluya y recuerda un momento en la cinta ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2022 Triangle of Sadness, donde hay una línea en la que un presentador de televisión le pide a un modelo en medio de un casting que sonría como si fuese una campaña para una marca de fast fashion o que mire con desprecio e indiferencia como si fuera una campaña para una marca de lujo. Ya con la ropa que llegó y mucho más tranquilo, finaliza con contundencia: “Espero que no sea demasiado choro”.

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