Teatro: ‘Junio en el 93’ genialidad narrativa en escena
La puesta en escena ‘Junio en el ‘93’, una de las puestas en escena más importantes de la actualidad, tendrá una función especial en el Teatro Esperanza Iris de la Ciudad de México.
Esta es la historia de un diario, de un hombre -Alejandro Reyes- su intersección con la obra del escritor Yukio Mishima, los amores atrapados y una sociedad aterrada por el VIH. Pero Junio en el ‘93 es también una genialidad narrativa en el escenario.
Después de presentarse con éxito en el foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, el montaje tendrá una función este sábado 23 de julio en el Teatro Esperanza Iris de la Ciudad de México como parte del ciclo Entre Lenchas, Vestidas y Musculocas 2022.
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Para 1993 la pandemia del VIH ya se había instalado en México, ha cobrado la vida de varios y a otros los mantiene en sentencia de muerte. Es el caso de este actor que abandona a su pareja y su vida en la capital para ir a Xalapa y adentrarse en un proceso de investigación escénica a partir de un texto de Mishima.
En esta residencia-retiro, el actor se encontrará con un grupo de actores que también se encuentran en procesos de búsqueda e identidad. También se enamorará (¿obsesionará, será más preciso) de un hombre que lo obliga a mantener todos sus encuentros en secreto.
Al final esta obra es también un ejercicio de memoria que, si bien tiene como punto de partida un documento íntimo, hoy nos es colectivo. Debería serlo.
Todo comienza con los actores con los pies descalzos integrándose de a poco a lo que podría ser una kata de karate do o a una energética coreografía. Cualquier sinopsis posible de esta obra es reduccionista. Valga explicar que para construir este texto dramático, Luis Mario Moncada se adentró en la autobiografía de Alejandro Reyes, un actor teatral mexicano que en la década de los años 80 y 90 alcanzó una relevancia inusitada.
La mancuerna que Moncada hace con el director Martín Acosta tiene como resultado una de las obras más audaces de la escena mexicana. Hay una capacidad inaudita de convertir una vida que, a simple vista, resulta ajena y de difícil acceso, en un acto colectivo.
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Los recursos sobre las tablas son mínimos, una banca aquí, trampas en las paredes que hacen las veces de ventanas y la mesa de un café veracruzano, y poquito más. Pero nada que distraiga al espectador de lo importante: lo humano. Y para reforzar esa idea hay un equipo de actores que no escatiman en demostrar una contundente capacidad para crear.
Baruch Valdés, un joven actor que en sus redes sociales se identifica como no binario, despliega cartas histrionicas inusitadas que llevan al espectador a una fila de emociones, algunas de ellas para las que no está preparado.
Y en la misma tónica están Miguel Jiménez, Medín Villatoro y la magnética Mel Fuentes. Juntos son un tajante ensamble que, una vez te agarra, imposible soltarse.
Junio en el 93 es una obra que debería quedarse más en la cartelera, hacer giras, que la gente la vea. Al final esta obra es también un ejercicio de memoria que, si bien tiene como punto de partida un documento íntimo, hoy nos es colectivo. Debería serlo.
Junio en el 93 se presentará en el Teatro Esperanza Iris de la Ciudad de México, el próximo sábado 23 de julio a las 17 horas. Localidades desde los 110 pesos.