Lydia Cacho, desde el exilio, agradece a todos sus amores
La periodista mexicana escribe su biografía desde su exilio en España. En 'Cartas de amor y rebeldía', visita el baúl de sus recuerdos llenos de correspondencias, diarios y fotografías.
Lydia Cacho no puede volver a México. Atiende esta entrevista vía remota desde Nueva York. Para realizar este viaje tuvo que avisar a la policía en España, país en el que vive exiliada luego de sufrir tortura, privación ilegal de la libertad y amenazas de muerte, tras la publicación del libro Los demonios del Edén, en el que reveló una red de trata de personas vinculaba a políticos y empresarios. “De ninguna manera, ni se te ocurra acercarte a la frontera”, le advirtieron las autoridades.
En el piso de Madrid en el que vive, la escritora y periodista mexicana seleccionó la habitación a la que mejor luz le daba para instalar su estudio. Un espacio pequeño, dice, en comparación a su casa en la selva de Quintana Roo, la cual fue allanada y saqueada por sujetos desconocidos en 2019.
En este nuevo espacio, Cacho comenzó a revisar los diarios de su infancia, correspondencia y fotografías que le enviaron desde México. Colocó corchos en la pared y empezó la escritura de su biografía, Cartas de amor y rebeldía, publicada bajo el sello Debate.
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¿Por qué este es el momento particular para publicar este libro?
Mi editor tenía ya un par de años pidiéndome que hiciera una biografía, llegué a la edad en la que me empiezan a dar premios por trayectoria y quieren que escriba una biografía. Luego las circunstancias, estar en España, haber perdido todo en México. Mis únicos bienes materiales donde tenía afectos depositados son esos: mis diarios de niña, cartas que tenía en cajas y las fotografías. Fue como rescatar mi alma, así me sentía.
¿Acabar el libro dio esa sensación de tranquilidad y de sosiego?
La verdad es que no. El proceso para escribir un libro es muy puntual y ahí yo no conozco a nadie que quede satisfecho inmediatamente. Con todos mis libros me entra un pánico: quién me creo yo, por qué voy a escribir un libro, a quién le va a interesar. Es un proceso emocional bien raro.
Lydia Cacho retratada por Quién en la Ciudad de México en 2018. (María Dolores Ferrer Figueroa / Archivo Quién. )
¿Entonces cómo te sentiste?
Es muy valiente lo que hice, me atreví a contar las cosas que yo quiero que sean contadas por mí y no por los otros. Cuando vives tan cerca de la muerte te preguntas quién demonios va a aparecer por ahí a querer inventar una biografía de tu vida, además la gran mayoría de las personas no nos conocen. Así que me adelante.
¿Cómo fue ese viaje al pasado y leer las notas en tus diarios?
Cuando empecé a leer lloré y lloré como no había llorado hace mucho tiempo. Por un lado de emoción, por otro lado muy conmovida con la niña que yo era, muy agradecida,
¿Qué fue lo más gratificante de ese proceso?
Una de las cosas más lindas que me sucedió escribiendo este libro que le agradecí muchísimo, ver la fortaleza de la Lydia que yo era a los 12 años, la determinación, la rabia frente la injusticia, aunque evidentemente era una niña y me faltaban muchas cosas por entender pero me sentí conmovida, agradecida.
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¿Descubriste algo que no recordabas?
Me acordé de novios que no me acordaba que había tenido. Eran encantadores pero quiere decir que han pasado muchos años de mi vida y me he enamorado muchas veces. De pronto leer algo y decir qué cursi no inventes, ¿voy a poner esto? qué cursilería inmensa. Fue un ejercicio bien bonito de agradecimiento a todos mis amores, amores en todos los sentidos, no solamente amores de galanes sino también amores de amistades.
¿Algo que no publicaste?
Hablé con la gente y le pregunté si podía publicar tal o cual carta. Algún ex novio me dijo no, por favor no publiques cosas que me escribió super bonitas, y me pido que no las publicara ni lo que él escribió, ni lo que yo le escribí. Ahora que ya leyó el libro, está arrepentido. Ha sido un proceso emocional como una montaña rusa, como mi vida.
Tu pulso por ser periodista siempre estuvo ahí, en esos diarios…
Siempre me preguntaban ¿tú siempre supiste que ibas a ser periodista? yo les decía no, yo quería ser escritora, quería ser poeta. Ahora que regreso a mis diarios, yo creo que sí sabía pero no sabía. Ser reportero es eso, nacer con una necesidad de búsqueda de comprensión de la realidad y si, sí la tenía desde niña y recordé eso.
Editado por Debate. (Cortesía. )
Una de tus líneas de investigación ha sido la violencia que se ejerce contra niñas y niños, ¿cómo fue reencontrarme con esta niña que fuiste tu y este universo que como reportera adulta has abordado desde esas perspectivas?
Hacer este libro me ayudó a entender por qué soy tan buena entrevistando niñas y niños. Por que era una niña súper rebelde, cuestionadora, además crecí en un entorno que me lo permitía, mi padre y mi madre con todas las diferencias que tenían me dieron una educación muy sólida en el sentido de tienes derecho a la palabra, tienes derecho a la opinión a veces no vamos a estar de acuerdo contigo pero tienes derecho a ejercer la opinión y es importante que seas crítica con tu entorno, creo que el haberme facilitado eso en la educación al igual que a mis hermanos nos ayudó a aprender a mirarnos como niños y niñas y yo creo que cada vez que entrevisto a un niño o una niña yo siempre abrevo de esa niña rebelde que yo era y me costó mucho trabajo entenderlo.
Preparas una obra de teatro para presentar en México y un par de series, ¿es esa tu manera de volver a México?
Sin duda, absolutamente. Tengo un amor por México. Siento que con la serie y con la obra de teatro será como volver allá de una forma muy distinta. La obra de teatro es muy reivindicativa, es una obra de teatro que, aunque es dura, tiene un lado esperanzador muy potente que me emociona mucho y que quiero que se vea en México y creo que a la gente le va a interesar mucho verla.
