Daniela Alatorre, ‘Retiro’, una película sobre el acompañamiento femenino
En su primer largometraje documental como directora, Daniela Alatorre se adentra en el retiro religioso que Marina y Perla, dos mujeres cercanas a ella, realizan cada año.
Para su primer largometraje documental como directora, la productora mexicana Daniela Alatorre decidió que “quería hacer todo mal”, con respecto a las convenciones del género. En Retiro -el cual llega a las salas de cine- la realizadora utiliza un recogimiento religioso voluntario al que se someten dos mujeres cercanas a ella, para presentar una historia sobre el acompañamiento femenino que descolocó sus ideas preconcebidas.
Perla no lo recuerda, apenas era una bebé de un año cuando conoció a Daniela Alatorre. Ella es la nieta de Marina, la mujer que cocinaba en la casa de fin de semana del padre de Alatorre en Valle de Bravo y quien le hablaba de un retiro religioso al que acudía de forma tradicional cada año. Cuando se presentó la ocasión de realizar su trabajo de titulación de la maestría en cine documental que estudió en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, Daniela pensó que aquí había una historia que le interesaba contar.
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Hoy Perla y Daniela, entre tragos a un par de tazas de café en un local del jardín Plaza Río de Janeiro en la Colonia Roma, hablan de Retiro, un proceso al que ambas llaman de acompañamiento mutuo.
Daniela recuerda a Marina, la abuela de Perla, como una mujer con “una sabiduría muy sorprendente y una fortaleza que yo no sabía de dónde venía. Me interesaba entender de dónde venía la fortaleza de una mujer del campo que, al final, terminan siendo como los pilares de las familias en México y en América Latina”.
Fue entonces que se propuso realizar un retrato fílmico de esta mujer y su relación con ese retiro espiritual del que tanto le habían hablado y que formaba parte de una tradición espiritual y familiar al que, sin falta, acudían una vez al año para recluirse en una iglesia en Atotonilco, a 15 minutos aproximadamente de San Miguel de Allende.
–Mija, mi casa es tu casa, pero esta es la mía. –Recuerda Daniela que le dijo Marina como para establecer una advertencia ante la forma en que iba a retratar el lugar que para ella es un santuario y un pilar de vida espiritual.
El primer año, Daniela se adentró al lugar sólo por las mañanas, el segundo año las autoridades religiosas ya le permitieron quedarse y el tercer año regresó a hacer algunas tomas. Entró al retiro con una cámara grande. Para ella, dice, era muy importante que se viera, decir “aquí estoy, las estoy viendo y ustedes me están viendo a mí”.
Contrario a lo que ocurre con el planteamiento convencional del cine documental que intenta que el cineasta pase desapercibida, mantener cierta objetividad; "ser una mosca en la pared", esta realizadora hizo todo mal. "Yo quería hacer todo mal y tuve que aceptar muchas cosas, que mi relación con mis protagonistas estaba atravesada por un afecto y una intimidad que me ponía en mayor responsabilidad ante ellas y lo que me estaban contando".
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Lo que más llamó la atención de Daniela fue que, al llegar, había dos sentidos corriendo al mismo tiempo. Por un lado -al centro- toda la carga religiosa que sí busca perpetuar el status quo de la iglesia católica, pero en otra vía sucedían conversaciones en los pasillos, en las colas de los baños y en los comedores.
Perla, quien junto a Marina es la protagonista de este filme, comenzó a ir al retiro cuando tenía 7 años. Con el tiempo, más que el hecho religioso, confiesa que para ella se convirtió en un parámetro de lo que no quería para su vida. “Esas platicas que logras escuchar o en las que logras estar son lo que más te da a pensar. No quiero seguir ese patrón que se tenía, ni en mi familia, ni en el lugar en el que nací: 17 o 18 años y estás lista para casarte, No quiero eso. Quería seguir estudiando y hacer muchas cosas”.
En estas yuxtaposiciones es que la cineasta encontró el núcleo de su primer documental que, afirma, se trata del acompañamiento femenino. “La compañía femenina históricamente se ha dado en contextos inusuales como son los religiosos. Esos eran los espacios permitidos para las mujeres y hay una cosa interesante como un espacio tan conservador también puede ser un espacio de resistencia; no importa cual sea el contexto, no importa si marchamos juntas sobre reforma o nos reunimos juntas a tomar té a rezar, yo si creo que, si tu juntas a mujeres en un lugar, es una experiencia poderosa”.
Retiro se comenzó a rodar cuando Perla tenía 15 años de edad, hoy está a un par de semanas de culminar sus estudios universitarios en psicología. “Sentarme a verme (en el documental) y ver a mi familia y cómo funcionamos y cómo estamos, es una fortaleza. Al escuchar mis palabras, me siento muy orgullosa de quién soy y de mi familia, pero si quiero salir de esta parte en la que siempre hemos estado, gracias a ellas porque me han dado gran parte de mi fortaleza el poder tener estas ideas no quererme quedar ahí en donde siempre han estado y escuchar eso hace que todo se mueva dentro de mí”, finaliza.
Retiro, de Daniela Alatorre, se proyecta en cines comerciales y del circuito cultural. El filme fue producido por la propia Daniela junto a Natalia Almada, Elena Fortes y Abril López Carrillo.