En esta entrevista, el actor mexicano Mario Sepúlveda habla de su aprendizaje en la comedia, el regreso de los teatros tras la pandemia y en las familias que se construyen tras las bambalinas.
El teatro, dice Mario Sepúlveda, tiene un olor peculiar. Al joven actor le gusta llegar a los edificios teatrales y reconocer la particularidad de cada uno. Ahora, por ejemplo, nos encontramos en los camerinos de La Teatrería, un pequeño foro en la colonia Roma de la Ciudad de México y, asegura, es capaz de identificarlo solo por su aroma.
Mario es hoy uno de los rostros de la escena mexicana. Actualmente ofrece temporada de la comedia Detectives y Ladrones, pero ha participado en montajes como La Jaula de las Locas, Bule Bule, Te quiero hasta la lunay el espectáculo musical Myst y Disney Myst.
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Su participación en Detectives y Ladrones ha marcado una salida de su zona de confort que, regularmente, es el teatro musical. En esta puesta, dirigida por Rafa Maza, interpreta a un detective que aparenta ser el más guapo y listo pero que en realidad sus compañeros de elenco están resolviendo todos los problemas.
Esta, además, es una comedia física, la cual ha demandado una preparación específica. “En otros trabajos el chiste es verbal y esta vez yo creo que lo que se dice es menos gracioso que lo que se hace, eso es lo que estoy aprendiendo. Esta obra requiere de mucha concentración para que puedas hacer cada gesto y cada movimiento con precisión; es como una coreografía, se tiene que coordinar junto con tu compañero que está al lado”.
El teatro está empujando porque no quiere morir. Yo veo a todos los productores, a gente que se dedica a esto y la estamos pasando mal todos.
Esta obra, la cual se presenta en el Foro Lucerna de la Ciudad de México con las actuaciones de Majo Pérez, Jimena Cornejo, Rubén Branco y Rafa Maza, se montó en una semana y media y en cada “corrida” fueron encontrando el tono y las acciones precisas en conjunto el elenco y el director. “Estoy encontrando cosas en mí que no había descubierto, algunos pensamientos, movimientos, gestos que esta obra requiere”, comentó.
Este fue uno de los montajes que marcaron el regreso a los escenarios teatrales tras amplios dos años de pandemia. Sin embargo, bajo la perspectiva de Mario, el teatro ha estado muy castigado desde antes del confinamiento. “Mucha gente no sabe que tan vivo o que tan emocionante es ir al teatro. Siento que falta esta cultura desde antes de la pandemia, de llevar a tus hijos a que conozcan al teatro. La primera vez que fui al teatro me enamoré de él y por eso quise dedicarme a esto. Yo quiero que se enamoren y no para hacerlo específicamente, sino para que tengas esta cultura, esas ganas”, sentencia.
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Mario Sepúlveda disfruta todo el proceso desde la lectura del texto. Sin embargo, lo que es particularmente emocionante es conocer a sus compañeros de proyecto. Compara la emoción con ese primer día de clases en el conoces a tus camaradas.
En el teatro, dice, se hacen familias por tanta convivencia. “Estamos más en el teatro que en la casa. En el proceso de ensayos tu casa se convierte en tu segunda casa, porque nada más llegas a dormir. Hay conflictos entre compañeros, es algo de la vida; yo soy una persona que a los dos días voy a decirte ‘ya no pasa nada’, porque así te comportas también con tu familia, porque conoces a las personas alrededor de ti también a todos los que están atrás. Eso es lo que me gusta”.
Mario que se siente afortunado por haber tenido trabajo en los complejos momentos de la pandemia, resuelve contestar que “el teatro está vivo y los shows están vivos y eso es lo que quiero que vea la gente. Tú te clavas en una serie, en una película, sin embargo la emoción que tienes en la primera escena del teatro te emociona hasta el final”, finaliza.