Guillermo del Toro nos dejó entrar al 'callejón' de sus obsesiones nada perdidas
El cineasta le dice a Quien que comprendió que está lleno de compulsiones que lo han marcado al momento de dirigir o en su vida cotidiana, pero se 'reinició'.
Nos reunimos a distancia con Guillermo del Toro, cómodo en el estudio de su casa, el maestro siempre honesto y sincero, abre un poco más su corazón para contarnos que a sus 57 años, recién casado con Kim Morgan, con quien se complementa en lo personal y profesional, descubrió que sus obsesiones están siempre presentes.
En su más reciente proyecto, El callejón de las almas perdidas, hizo una catarsis y de cierta forma se "reinició" para contar esta historia, en la que usó encuentros de su pasado en el Parque Agua Azul, con la mujer araña real, o en la que también reafirmó que los únicos y verdaderos monstruos "son los seres humanos". Así ofreció una visión como nunca antes lo había hecho.
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Guillermo ha crecido, desde La hora marcada hasta alcanzar el Oscar, pero también ha comprendido que la demagogia que se apoderó del mundo hace que la fama o incluso el éxito se hayan convertido en aspectos vacíos y por eso estuvo dispuesto a hacerle un reset a su mirada y a su forma de trabajar.
El maestro conoce a fondo sus compulsiones y a algunas las afrontó, otras están en stand by, incluido su amor por la comida que lo ha exacerbado y que no tiene reparo en aceptar que le ha pasado factura. Aseguró también que su camino no ha estado planeado, se ha valido de ir dejando que las cosas sucedan.
Guillermo del Toro y Kim Morgan forman una pareja que se complementa en lo personal y lo profesional.(Laurent KOFFEL/Gamma-Rapho via Getty Images)
He escrito más de 30 guiones y he hecho 11 películas, Ahora aposté a algo muy diferente que requiere herramientas muy distintas que vi en Ripstein o Buñuel, tiene muy cercano mi espíritu de cineasta joven, me plantee después de 'La forma del agua' si seguía con lo que me daba seguridad o si lo arriesgaba todo
Guillermo del Toro, cineasta
El tapatío eligió el camino del riesgo y enfatizó que "reaprendí mis herramientas de director". Lo logró dejando atrás el filmar "pedacitos chiquitos, yo edito en cámara", para abrazar, por primera vez, observar a sus actores y dejaba que sus escenas sucedieran completas en cada plano, algo que sí le costó trabajo, pero lo hizo engancharse con la labor de Bradley Cooper y Kate Blanchett.
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Entonces, nos dejó entrar a su callejón, con sus obsesiones nada perdidas, y nos hizo una tremenda revelación acerca de su más reciente obra: "Hubo planos muy hermosos, pero el más bonito lo quité porque sentí que era, como decimos en México, lucidor, 'le eche demasiada salsa', era el segundo y lo quité. Como cineasta fui cambiando".
De este aleccionador proceso le quedó claro que "nunca voy a volver a filmar una película como lo hacía antes. Como director llevo muchos años hablando y ahora empecé a escuchar y aprender lo que necesitaba la película y los actores. Tenía todo planeado para irnos por un camino y al final tomábamos otro".
El tapatío aceptó que en nuestros días, el éxito se ha convertido en algo vacío.(SOPA Images/LightRocket via Getty Images)
Su película, además, se topó con la pandemia y el ejemplo más vívido de lo que significó, lo relató al decir que en la escena en la que Rooney Mara entra al baño en una estación lo hizo embarazada y en la toma de cuando salió (hecha tras el encierro necesario y al poder regresar al set de filmación) "ya había tenido al bebé".
Así también pudo hacer otra reflexión, más allá de la honestidad, de su realidad actual: "Conozco la obsesión, la compulsión, mi gordura no es por simpático, sino porque quiero sofocar algo (que quizá) me rompió en la infancia", finalizó Guillermo, que prometió seguir renovándose a pesar de sentir miedo y ya lo hizo en Pinocho y en su próxima cinta, en la que regresará a sus amados monstruos.
