Es justo esa la parte que más le gusta del proceso, confiesa. Asegura que visita los talles que pueden estar hasta a una hora y media y conversa con ellos, hacen las pruebas, bocetea las y las crean en conjunto. “Nunca les mando algo para que me lo hagan. Me tomo una semana dentro de mis días para ir, estar con los carpinteros y que entiendan cómo me gusta a mí el acabado de las cosas, cómo me gusta la calidad de las cosa que es lo que realmente el cliente valora”.
Hablando de los clientes, Daniel afirma que sus temporadas altas son los últimos meses del año. Los restaurantes, los hoteles y complejos habitacionales buscan realizar algunos cambios. Lo primero que hace, dice, es conversar con ellos para conocer qué es lo que están buscando y, entonces, lograr una sinergia. Un asunto que desde su perspectiva no es complicado. “Llegan por lo que ven, al final cuando ellos entran al estudio y ven los materiales y los tocan y los ven puestos en un espacio, se enamoran”, afirma.
Para ello, cuenta que tiene todo un armario con muestras donde los clientes pueden tocar, por ejemplo, el textil que tendrá una credenza o como un tapete combinará con el closet de madera o una mesa de comedor con latón”.