Natalie Erika James se recuerda como una niña asustadiza que sufría de pesadillas que la obligan a gatear hasta la habitación de sus padres. En la adolescencia descubrió un gusto por enfrentarse a películas de terror con sus amigas durante una pijamada y sobrevivir juntas a lo mostrado en pantalla. “Era una sensación de montaña rusa”, dice.
Con apenas 30 años, se ha colocado del otro lado de la experiencia al dirigir su primer largometraje, RELIC: herencia maldita, un thriller psicológico que apunta a la idea de la pérdida de la memoria como el monstruo que aqueja a sus personajes. En entrevista, la directora habla sobre esta historia que surge de vivencias con su abuela, de la culpa como motivación creadora y de una nueva forma de confrontar sus miedos a través del cine.