Berlinale 2021: 'Una película de policías', entre lo real y lo ficticio
Alonso Ruizpalacios presentó en la Berlinale 2021 "Una película de policías": un juego entre lo real y lo ficticio que expone lo vulnerable del sistema policial.
La cinta, se complace en presentar la vida de una pareja de policías en Ciudad “Neza”, una zona con fama de ser una de las más conflictivas, en la ya convulsa Ciudad de México, para hablar de las carencias, los estigmas sociales que existen sobre esta institución en nuestro país a partir de la cotidianidad y la historia de vida de Teresa y Montoya.
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La película arranca con un poema firmado por el policía Daniel Alatorre, mientras escuchamos un grito agudo que, de a poco, se va transformando en un sonido muy parecido al de la sirena de una patrulla mientras las luces azules y rojas de su torreta se derraman en la pantalla.
Ruizpalacios, quién no es ajeno a este certamen fílmico, presenta un ejercicio de experimentación, una historia en la que las líneas entre el documental y la ficción se hacen laxas. Si bien, esta es una tendencia cada vez más presente en la visión contemporánea de la no ficción cinematográfica, este caso se torna íntimo.
Podemos intuir que el cineasta realizó primero las entrevistas con Montoya y Teresa de la vida real -la pareja de policías protagonistas- para luego establecer un guión junto al realizador escénicoDavid Gaitán y proponer estos personajes, a quienes los actores Mónica del Carmen y Raúl Briones dan vida en una ficción planteada a partir de sus anécdotas.
Pero la propuesta es aún más interesante. Los actores trabajan en un ejercicio parecido al del doblaje: las voces que escuchamos son las de los personajes entrevistados mientras vemos a los personajes en diversas situaciones de la vida cotidiana para un polícia y de vez en vez, romper la cuarta pared para dirigirse, tal y como ocurriría en un documental, directamente al espectador. Algo que, incluso, podríamos llamar, “falsa ficción”.
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La audaz estructura narrativa de esta docuficción, se desglosa en cinco capítulos, los dos primeros nos presentan por separada a Teresa y a Montoya, mientras el tercero se concentra en su historia en común. Para el cuarto, titulado como aquel libro canónico para los intérpretes Un actor se prepara, de Konstantín Stanislavski, hay un ejercicio de documentación “meta actoral”, en la que los histriones narran al espectador el proceso al que se sometieron para poder interpretar estos personajes, el cual consistió en tomar la capacitación inicial por la que cualquier aspirante a policía debe atravesar.
Este momento en la cinta hace pensar en ese género periodístico conocido como gonzo, en el que el autor se interna o infiltra intentando no ser reconocido, en las situaciones o los ambientes de los que se propone escribir. Pero también pone de manifiesto, sin figuras retóricas y sin artificios, la realidad casi ingenua de la etapa iniciática de un policía.
El capítulo final, es la revelación de las hipótesis del cineasta: mostrar de primera mano las entrañas de un sistema policial vulnerable. El gran acierto de esta película es no ofrecer nada de lo que se podría esperar debido a su título. Quizá no habría otra forma de sugerir un poco de empatía con los tan estigmatizados policías, sino a través de estos saltos entre lo real y lo ficticio porque muchas de las cosas que se juegan en el terreno de la realidad no solo parecieran construcciones narrativas estridentes, sino que, desearíamos que fueran solo eso.