Conversamos con David Pablos y Alfonso Herrera, director y protagonista de la película El baile de los 41, una mirada que busca reivindicar un pedazo de nuestra historia.
Ambos lo tiene clarísimo: tanto el director David Pablos, como el actor Alfonso Herrera recuerdan la primera vez que escucharon hablar de "El baile de los 41", aquel escándalo mediático en el que, durante una redada policial en la Colonia Tabacalera de la Ciudad de México, se detuvo a un grupo de hombres -algunos de ellos travestidos- en medio de una tertulia organizada a principios del siglo XX y que presumió la participación de importantes personajes de la vida política, entre ellos Ignacio de la Torre y Mier, el yerno del entonces presidente Porfirio Díaz.
Pablos relata que en casa de uno de sus tíos que coleccionaba arte, estaban arrumbadas una especie de maquetas que escenificaban pasajes importantes en la historia de México. La que más llamó su atención fue aquella en la que algunos de los personajes iban vestidos de mujer y tenían bigotes. Esa imagen se quedó guardada en su cabeza.
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A Herrera su recuerdo también lo lleva a la infancia, cuando en la ciudad de Guadalajara jugó fútbol americano. Al momento de repartir las camisetas y llegar al número 41, se escucharon algunos “safo” en rechazo a esa cifra. Esta anécdota da cuenta del peso cultural que ha representado este pasaje ocurrido hace más de un siglo y que dotó al número 41 de un significado asociado directamente a la homosexualdiad.
El gran antagonista de esta película es la sociedad, son las formas; esas etiquetas represoras que arruinan la vida de estos personajes.
David Pablos, director.
Este hecho que sacudió las buenas conciencias de la sociedad porfiriana, es el detonante para el tercer largometraje de ficción de David Pablos. Hay poca información sobre este episodio, dice el director en entrevista. Si bien el filme ha buscado apego y rigor histórico sobre la recreación de la época, las formas y las costumbres, es en esos huecos históricos donde, tanto él como la guionista Monika Revilla, se dieron licencias narrativas para ficcionar la vida de Ignacio de la Torre y Mier y su esposa Amada Díaz.
“Para mi la cámara es un ser vivo que se está moviendo en el Porfiriato. Es fascinante la historia y es fascinante el contexto, pero para mí lo más interesante es lo que sucede en la habitación, lo que sucede en la parte íntima. El ser humano es el ser humano en cualquier siglo”, dice Pablos.
La cinta, muestra los días previos y las consecuencias del famoso baile, así como el complicado matrimonio entre Ignacio de la Torre y Mier (Alfonso Herrera ) y su esposa Amada Díaz (Mabel Cadena ) y como la relación se tensa cuando ´el conoce y se enamora de Evaristo Rivas (Emiliano Zurita) .
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Para interpretar al personaje principal de esta historia, el director de 37 años de edad, recurrió a Alfonso Herrera, de quien había visto su trabajo en cine y televisión. “Sin conocerlo empecé a pensar en él; mi intuición me decía que era él”. Así que llamó al actor quien de inmediato conectó con el proyecto.
Hay que irnos al pasado para ver en dónde estamos ahora. Eso genera un cuestionamiento de dónde estamos en temas de libertades.
Alfonso Herrera, actor.
“No tenemos la intención de reivindicar al personaje. Tenía vicios, tenía virtudes, era una persona profundamente ambiciosa o por lo menos eso es lo que yo intuyo. Él prefería ser cabeza de ratón que cola de león”, relata el actor respecto a su aproximación a este personaje de quien trata de mostrar en pantalla una cara mucho más concreta y aterrizada de quién era Ignacio de la Torre y Mier.
En la realidad, a más de un siglo de los acontecimientos que la película ficciona, tanto para el director como el actor, algunas cosas han cambiado en temas de respeto a las libertades sexuales pero los caminos aún son pedregosos. Si nos vamos a lo que significaba ser parte de la comunidad LGBT hace 120 años- dice Herrera- implicaba vivir en la clandestinidad y, en muchas ocasiones, la muerte. El año pasado fue uno de los años más duros en temas de crímenes de odio en este país. Ahí están los números para generar una radiografía clara de en dónde estamos. Las cifras que menciona el actor, son aquellas que, según el Observatorio Nacional conformado por organizaciones independientes de derechos humanos, se han registrado al menos 25 muertes por homofobia en lo que va del año.
Para el director era muy importante retratar la homosexualidad sin hacer una caricatura de ella, tal y como fueron los retratos que se hicieron de este baile como la viñeta satírica realizada por José Guadalupe Posada publicada en un periódico de la época con la leyenda “Aquí están los maricones, muy chulos y coquetones”. “Para mí era importante contar una historia de amor entre hombres y que pudiera verse en pantallas grandes. Pienso mucho en la importancia de este tipo de contenido, películas que retratan a minorías y las retratan desde otra arista. Pienso cuánto me hubiera gustado a mí ver a los 15 años una película así en los cines”.
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