“Estudiante y, abajo en letras más chiquitas, escritora”. Valeria Luiselli se ríe, encoge los hombros mientras con sus manos hace la mímica de quien escribe en un pedazo de papel y explica que así llenaba el espacio de “ocupación” en las formas migratorias que se entregaban en las aduanas. Quien es hoy uno de los referentes literarios de la actualidad comenzó a identificarse a sí misma como “escritora” de forma discreta y diminuta a bordo de un avión, el mismo medio de transporte que la trae de nueva cuenta “al DF” –sigue llamando así a la Ciudad de México– para presentar su reciente novela Desierto sonoro.
Un día antes de este encuentro, la autora de 36 años de edad dio una presentación a los libreros de una importante tienda en el centro de Coyoacán junto al emblemático café El Jarocho, un local que, cuenta, visitaba con alta frecuencia cuando era estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde realizó sus estudios. “Es un regreso de 10 años de distancia de haber vivido aquí: entre la nostalgia y la alegría de volver a casa”.