Arturo Macías o como lo conocemos coloquialmente “El Cejas”, es uno de los toreros más valientes que tenemos en nuestro país. Originario de Aguascalientes, el matador empezó su carrera a los quince años luego de una gran lucha por odiar y negar su pasión.
Este fin de semana regresa al ruedo después de una cornada en la pierna que no sólo casi la destruye, sino también con lo que él nos dijo es el “amor de su vida”.
Quisimos conocer cómo ha sido el proceso que ha vivido desde el accidente, además de querer conocer quién es la persona fuera del traje de luces. Estamos seguros que al igual que nosotros sentirán la piel chinita de tan sólo leer al Cejas.
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¿Cómo fue la cornada? El 8 de septiembre del 2019 en “Las Ventas” en Madrid, desde que salió el toro yo lo notaba avispado y tuve mala suerte, se me vino directamente al pecho y con un pitón me dio en la hombrera y con el otro en el peroné. En el momento en que entró el cuerno yo sabía que me había hecho mucho daño, el dolor fue muy intenso. Hasta el momento sigo sin poder mover los dedos. Tuve la suerte de encontrarme con un aparato ortopédico que fue mi salvación.
Ya había decidido dejar de torear, no quería generar lástima, pero no podía quitarme al “amor de mi vida” de un día a otro
Yo no me voy por la puerta de atrás, quería probar con algo real, me encerré con un toro de 500 kg yo solo, ese día la pase fatal. Fue un momento muy difícil y de mucho miedo, pero me di cuenta que podía lograr mi objetivo, por lo que reapareceré en La México.
¿Qué y quién ha sido tu motivación? Ha sido muy difícil, a lo largo de mi carrera he tenido 36 cornadas, esta cornada desestabilizó toda la fuerza y seguridad que había creado como hombre y como torero. El accidente me cambió al 100%, me demostró que no sabía quién era, un giro de 180 grados de la noche a la mañana. Me enfrenté con la posibilidad de dejar de torear o incluso quedar cojo. Además de ver sufrir a mi familia, aunque fue una época muy difícil me ayudó mucho a creer en mí. Pero mi motor es el amor, la pasión que siento por lo que hago, por el toro y el sentimiento que tengo al transformarme en torero.
El amor por el toro, me orilla a darle mi vida con tal de sentir lo que siento
¿Cómo nació tu amor por el toro? Yo soy de Aguascalientes, la ciudad donde el toreo se respira por todas partes. Mi papá quiso ser torero, pero se quedó como aficionado práctico y juez de plaza en la Feria de San Marcos, el fue el encargado de enseñarme el mundo de los toros. Cuando yo tenía ocho años tristemente falleció en un accidente de coche que lo llevaba a ser juez en “la Chona” una plaza cerca de Aguascalientes. De los ocho años a los catorce yo me alejé del toro, le tenía recelo. Pero a los 15 años me sentí tan unido a él que la mejor manera era acercarme al toro, le prometí que iba a ser torero, lucho por esa promesa todos los días, del amor al odio solo hay un paso.
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¿Cómo ha sido tu carrera? Al principio mi mamá no me quiso apoyar, me obligó a sacarme buenas calificaciones. A los 15 años me fui a San Luis Potosí a una escuela taurina, después a Atlacomulco donde se cimentó mi carrera con profesores como David Silveti, Manolo Espinosa y me pudieron mandar a España con Toño Corbacho como apoderado. Ahí empieza lo bueno, debute de novillero, tomé la alternativa y la confirmé en el 2006 en la México. He salido nueve veces en hombros de esta plaza y espero llegar a la décima.
Si no hubieras sido torero, ¿qué te hubiera gustado ser? Llevo pensando toda la vida en ser torero, me aterra pensar que no se hacer otra cosa que torear. Me encanta tener una pasión tan grande que le da el enfoque a mi vida, le debo todo lo que soy a la tauromaquia.
¿Qué hobbies tienes? Me gusta mucho hacer ejercicio, es mi terapia psicológica, calla mis voces internas. Me encanta correr maratones, hago rappel, escalar, andar en bici y llevo 11 años haciendo yoga.
¿Cuál es tu comida favorita? De joven me encantaba comer comida chatarra, pero desde que conocí a mi esposa qué es española, la mediterránea es una de mis favoritas.
¿Qué otra pasión tienes? Después de torear es estar con mis hijos, Lucía de 8 y Arturo de 5 años.
¿Te gustaría que tu hijo fuera torero? Si tuviera la pasión y el amor tan grande que yo he podido conseguir si, lo sabría pleno. Pero si no se tiene tanto cariño y uno no esta dispuesto a darlo todo se puede volver una profesión muy complicada. El dice que quiere ser torero pero nunca lo ha dicho enfrente de mí. Si quisiera si lo apoyaría, tiene un tacto distinto y es muy observador, que su corazón decida.
¿Cuál ha sido tu corrida más importante? El mano a mano con José Tomás en la Plaza México en enero del 2009, ese día conecté con el toro Cuatro Caminos y salí a hombros.
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¿Cuáles han sido tus mejores toros? Cuatro Caminos, Bufanda entre muchos otros con los que he conseguido conectar .
¿Cuál es tu color de traje favorito? El grana, los azules, aunque el azul marino por más que me gusta mucho no me va bien con el.
¿Eres supersticioso? No, la superstición es dejar que la mente y cosas externas marquen tu destino, son inseguridades. La única manía que tengo es poner la montera en la cama, las tres veces que no la he puesto, he salido herido.
¿Cuál es el regalo más grande que te han dado? Ser papá.
¿Qué esperas de La México? Sentir, sentir miedo, el toreo, la sangre caliente del toro, el sudor en la mano, sentir a la gente y meterme en los ojos del toro. Quiero vivir el momento.
Voy a jugarme la vida porque me gusta ponerme al filo de la navaja
Si pudieras revivir a algún torero ¿quién sería? Juan Belmonte, Manolete, Paco Ojeda, Rodolfo Gaona, Manolo Martínez, entre otros.
¿En qué plaza te gustaría torear que no lo hayas hecho? En Bilbao y en la feria de Pamplona.
¿Cuál es tu frase taurina favorita? “Se torea como se es”.
El torear es como verte en el espejo, es verte a los ojos y no mentirte. Tener el valor de decirte la verdad
Si fueras algún superhéroe, ¿qué poder te gustaría tener? Ya lo soy, con el bastón me siento Ironman.