Es imposible no llenar de elogios a una mujer como Carmen Ramírez Degollado , la encantadora Titita. A sus más de 80 años, es una de las referencias más importantes de la gastronomía mexicana gracias al inagotable trabajo que ha tenido al frente de El Bajío, una cadena de restaurantes que enaltece la cocina mexicana por su profundo respeto a las recetas ancestrales.
Carmen Ramírez Degollado “Titita” celebra los 50 años de El Bajío
La historia de esta empresa inició hace cincuenta años, cuando su marido Raúl Ramírez Degollado –en unión con Alfonso Hurtado Morellón– decidió adquirir mediante traspaso un restaurante que en ese momento se llamaba El Tacámbaro y que estaba ubicado en el noroeste de la Ciudad de México, específicamente en la Avenida Cuitláhuac de la ahora alcaldía Azcapotzalco.
Sería su negocio alterno, ya que Raúl, originario de Michoacán, tenía un importante trabajo dentro de los laboratorios Squibb y aunque no sabía nada de administración de restaurantes tomó el riesgo impulsado por su gran amigo, quien también tenía un trabajo seguro en esta empresa.
No pasó mucho tiempo cuando, decidido a poner todo su empeño en el nuevo negocio que en ese entonces vendería carnitas estilo Michoacán, barbacoa y chicharrón, Ramírez Degollado renunció a su trabajo para dar prioridad al que quería que fuera su legado: El Bajío.
“Fuimos juntos a conocerlo y a mi se me cayó el corazón por lo lejos y lo feo. Sin embargo Raúl estaba decidido” recuerda Titita en el libro El Bajío 50 años. Medio siglo de cocina tradicional mexicana, editado para celebrar este importante aniversario.
Con un arranque lleno de dificultades y una familia de siete (Raul, Titita y cinco hijos) El Bajío era muy diferente a lo que hoy conocemos. Tenía mesas y sillas de metal marcadas con publicidad de Cerveza Superior y siempre buscaron que los alimentos fueran de la mejor calidad, tanto en producto, como en sabor y así lograron que este negocio prosperara.
Poco a poco las ventas crecían, principalmente los fines de semana. Los vecinos de la zona y trabajadores del área industrial de Vallejo se convirtieron en clientes. Mismo caso de Músicos y periodistas que tenían muy cerca sus disqueras o sus medios de comunicación. Todos disfrutaban de las carnitas del lugar.
Sólo cinco años después de abrir este exitoso restaurante y sin ningún otro síntoma más que el daltonismo que Raúl padecía, fue diagnosticado con cáncer de ojo. Su vida familiar dio un giro inesperado y en 1980, luego de 23 años de casada y con 40 de edad, Titita enviudó e inició su impresionante legado que continúa y perdurará por muchos años.
No había de otra, Raúl, José, María del Carmen, Luz María y María Teresa (los hijos de Titita) se convirtieron en el motor más importante para esta mujer, quien llena de fortaleza siguió con el trabajo de su esposo, al frente de El Bajío y gracias al apoyo de su nana Amparo, quien llegó de Xalapa para apoyarla con la crianza de sus hijos, inició una nueva etapa para el negocio.
Desde entonces, como una madre o abuela, Titita llenó mesas de distintas y muy deliciosas preparaciones que, hasta la fecha, son consentidas de El bajío. La tradicional sopa de médula, el mole de olla con carne de puerco y el mole Xico han sido algunas de las recetas más anheladas por los comensales, pero la barbacoa y las carnitas siguen siendo parte esencial de esta cadena que, actualmente, cuenta con 19 sucursales y continúan en expansión.
A lo largo de estos años, tanto ella como el restaurante se han hecho de una incalculable lista de admiradores y amigos y en el nuevo libro que se editó para este medio siglo se reúnen las expresiones de algunos de estos, tal es el caso de Juan Domingo Beckmann, CEO de Casa Cuervo, quien menciona que “El Bajío representa calidad y respeto a las tradiciones de la gastronomía mexicana (…) proyecta a México en el Mundo”.
Y es que dice bien, sus sabores, olores y hasta sus colores son un reflejo de la inmensa riqueza nacional. Incluso personajes como el chef Ferran Adrià Acosta, quien ostenta tres estrellas en la Guía Michelin, disfrutó tanto su paso por El Bajío que, en 2003, declaró a la prensa internacional que se trataba del mejor restaurante cocina tradicional del mundo.
“Nunca imaginé que algún día celebraríamos los primeros 50 años de una gran empresa que nació como un pequeño negocio familiar y que hoy tiene 19 sucursales, un nuevo concepto de mis nietos en Nueva York (Casa Carmen) y próximamente el primer Bajío en Madrid. En todos ellos se conservará el espíritu de la cocina del primero en Azcapotzalco, que sigue ahí mismo, en el mismo lugar. Estoy agradecida con la vida por permitirme haber llegado a este día, luego de años de trabajo cotidiano, de imaginación y de sueños”, comparte Titita en su nueva publicación.
Gorditas de plátano rellenas de frijol y con esa deliciosa salsa negra de la nana Amparo, bacalao a la veracruzana o pipián de pepita, cualquiera que sea el platillo que uno elija del extenso menú, deja claro que el éxito de los Ramirez Degollado va a continuar, por lo menos, 50 años más.