El espíritu aventurero de Álvaro de Marichalar surge hace 40 años. Su pasión ha sido navegar en embarcaciones pequeñas y hoy cumple su sueño de darle la vuelta al mundo, literalmente.
Álvaro de Marichalar: el español que navega el mundo
“Soy una especie de centauro, en donde la mitad de la embarcación es el propio navegante”, afirma orgulloso. Su actual reto es seguir la estela de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano que consiguieron completar la primera circunnavegación en 1522. Álvaro, quién ha roto 14 records náuticos como el del cruce de Hong Kong a Japón y el de Roma a Nueva York, nos cuenta que seguir la ruta de los héroes del siglo XVI es una gran motivación, un orgullo y el más alto honor.
Este navegante pertenece a una familia aristocrática navarro-castellana vinculada a la monarquía española. Es hijo del octavo conde de Ripalda, Amalio de Marichalar y Bruguera, y de María de la Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla. También es nieto del vizconde de Eza, Luis de Marichalar y Monreal y hermano de Jaime de Marichalar, quien se casó en 1995 con la infanta Elena de Borbón, hermana del Rey Felipe de España.
La aventura es importante para las personas que entienden su significado. La clave está en permanecer fiel a las convicciones sin importar las críticas destructivas. “algunos de mis hermanos les encanta lo que hago, hay otros a los que no. Esto no tiene peso alguno cuando tengo una meta ya que no hay nada más importante que enfocarme en la misión. Hace 3 años que no voy a España, me entristece pero la decisión está tomada y nada puede paralizarme”, nos cuenta decidido.
Navega en solitario desde el 2020 y aunque ha tenido pausas por la situación de salud que se vive en todo el mundo, ha disfrutado cada nudo a bordo de una pequeña embarcación de tres metros de eslora (longitud de una embarcación desde la proa a la popa), algo nunca antes visto.
La vida de cualquier navegante está repleta de aventuras y una de las experiencias que más ha marcado al español hasta el momento se dió en Haití, ya que ahí pudo darse cuenta de que en el mar hay mucha humanidad. “Eran las tres de la mañana, había una tormenta brutal y en esta isla no cuentan con iluminación pública. Tuve la fortuna de que un pescador ya muy mayor hiciera una fogata en la playa que me salvó la vida, ya que sin ella no habría tenido la referencia de dónde aprovechar la tierra y salvarme. Me lo presentaron, nos abrazamos y empecé a llamarle mi faro. Tenía los ojos azules y la piel negra. Es como un ángel y lo llevo siempre conmigo, este señor jamás ha usado zapatos y nunca ha salido de su pueblo. Si termino esta aventura le voy a hacer un pasaporte para que esté ahí junto al Príncipe Alberto de Mónaco”, cuenta con los sentimientos a flor de piel.
Para Álvaro todos tenemos algo de aventureros ya que la vida en sí es un reto todos los días, es complicada, con buenos y malos momentos, sin embargo aconseja identificar el miedo y luchar pero nunca paralizarnos. “Quien no se arriesga no llega a ningún lado, es importante Conocerse para conocer, tomar riesgo para avanzar, ser feliz y repartir felicidad”, finaliza.