Muere Amparo 'Amparín' Serrano… genial, lúdica, amiguera y altruista

Amparo fue la cuarta en llevar el nombre, por eso conservó el mote de Amparín. Su hija, la quinta, como actriz y productora prefirió que la llamen Minnie (West). Su "vida libre y suelta" le pasó factura; la corrieron de varias escuelas, pero no quería cambiar nada, y a su primogénita y a su segundo bebé, Camila, siempre "las dejó ser".

Serrano fue la hermana mayor de dos hombres, a uno le llevaba dos y al otro diez años; ambos, aceptó, eran personalidades opuestas a la de ella; matemáticos. Nacida el 31 de octubre de 1965, tenía especial afinidad con el Halloween y en particular las brujas, así como a ellas le gustaba "volar" y no con una escoba, sino con la imaginación.

Su familia es de las más importantes en México, su abuelo fue el banquero Manuel Espinosa Yglesias, su mamá la filántropa Amparo Espinosa Rugarcía y su papá el empresario Julio Serrano Segovia, todos la dejaron ser, con su amor por los colores chillantes, su gusto por cortarse ella misma el pelo y pintar con un plumón sus paredes.

Lo artístico la llevó a ser extra en la telenovela Mundo de Juguete y a ser parte de Flans, grupo que la marcó profundamente cuando fue obligada a salir por la productora, antes de que grabaran su primer disco, su dolor, compartió alguna vez, fue más fuerte que cuando sus papás se divorciaron.

'Amparín' Serrano y sus más grandes aventuras

Tenaz, genial y lúdica, Amparín no desistió y formó el dueto pop Media Luna, con el que logró los éxitos radiales La luna, Dime por qué y Sueños, aunque también pronto lo dejó, ya que la aventura más grande de su vida y que la consumaría como una exitosísima empresaria estaba por llegar.

Todo empezaría con un juego al que llamaba El picudo y luego con unos Chamoys, contó en su momento Serrano, pero esa idea no prosperó ya que "estaba muy agria". Entonces empezaría el camino, primero con su boda con el exitoso David West, Founder and President de Westwood Entertainment.

Se fueron a vivir a Nueva York. Mientras él trabajaba, ella decidió utilizar su tiempo para seguir aprendiendo y entró a una clase de cerámica, pintaba platos y hacía diseños que le encantaron a la gente y ya en México compró su horno y empezó a venderlos con el nombre de Distroller.

Para su marca, tenía clara una fórmula; "Dos de sal y una de azúcar", siempre hay que poner dos defectos y un halago. La visionaria se dio cuenta que reconocer el lado oscuro personal y reírse de los defectos le gusta a la gente, a esa mirada se sumaron dos amigas y al final abrieron la tienda, que nos encanta a todos hoy.

Su matrimonio hizo que "se le ampliara lo religioso" y de ahí la máxima y su favorita, la Virgencita Plis. West le dio también total libertad y así en su casa neoyorquina su arte estaba impresa en todos los muros, eran el preámbulo de todos los letreros que adornan las tiendas de Distroller.

Contrario a todo lo esperado, Amparo era seria, casi nada, dicho por ella misma, le generaba risa; incluso una vez fue expulsada de un sitio en el que un comediante ofrecía un show y al fingir la risa lo ofendió y le pidió que se retirara; todo ese bagaje hizo que su statement llegara a sus creaciones: "regalos no choteados, hechos a la medida".

Como jefa siempre fue Amparín, sin ser exigente más que con ella misma porque le gustaba la perfección, estaba convencida de que era fundamental que su equipo disfrutara y se divirtiera con lo que hacen para que todo saliera bien. Esta suma de grandeza hizo que fuera una de las #31Mujeres que amamos, en 2019.

En Quién lamentamos profundamente la muerte de esta artista en toda la extensión de la palabra y a la vez una exitosa empresaria. A Amparín Serrano le sobreviven sus hijas Minnie y Camila, quien la hizo abuela con el nacimiento de Manola Jiménez, y su ex esposo David.