Es cierto, vivimos un momento vibrante para la diversidad. Pero aún hay historias de acoso, represión y discriminación que nos recuerdan la importancia de seguir visibilizando la libertad. Estas historias son un contundente testimonio.
La empresaria Karla Huerta comparte este testimonio. Este texto se publicó en la edición 461 del mes de junio de Quién con el título My Coming Out Story.
Tuve la necesidad de auto educarme desde los 14 años. Desde chiquita supe que mi límite no se pintaba solo con los hombres, pero nunca fue algo que me afectara, tuve que pensar tantas cosas y hacerme cargo de mí, que el aceptar mi bisexualidad no fue algo que me quitara la paz, al contrario, tuve que aceptarme muy rápido para poder salir adelante.
Desde chica me separé de mi familia. Creo que dentro de todo lo negativo, algo positivo es que no tuve el miedo de “validar” mi sexualidad o abrir esta parte con mi familia. Tuve que entender primero qué estaba sintiendo y, más que buscar esa aprobación en mi sistema familiar, lo tuve que buscar en mí y en mis amigos que, para mi fortuna, siempre me recibieron con amor y nunca fue un tema, al contrario, fue algo que hasta la fecha celebran. Busqué en ellos compartir algo que yo ya aceptaba, más que buscar su aprobación y recibí una contención que no esperaba. Fue el mejor regalo.
Nada de lo que somos debería de ser cuestionado por nuestras preferencias.
Hoy puedo decir que, a mis 26 años, encontré amor y magia en mi mejor amiga y no puedo estar más que agradecida con la vida por ponerla en mi camino.
Me gustaría aprovechar este espacio, ya que en el mundo de los negocios y emprendedurismo, la gente muchas veces -como en miles de ámbitos laborales- quiere encasillarse en el “deber ser”, pero mi credibilidad como empresaria no vive en mis preferencias sexuales, mientras no dañemos a nadie y vivamos conforme a los valores que nos permiten cuidar a la gente y aportar cosas mágicas en la vida de las personas, nada de lo que somos debería de ser cuestionado por nuestras preferencias. Amar a otra persona, sea cual sea su género, nunca será impositivo a quien eres.
