Es cierto, vivimos un momento vibrante para la diversidad. Pero aún hay historias de acoso, represión y discriminación que nos recuerdan la importancia de seguir visibilizando la libertad. Estas historias son un contundente testimonio.
Alejandro Carlín, diseñador, comparte este testimonio. Este texto se publicó en la edición 461 del mes de junio de Quién con el título My Coming Out Story.
Uno de los procesos más liberadores de mi vida, fue salir del armario. Hace 22 años les conté a mis papás y a mi hermano que soy gay. Recuerdo que les dije: esto no me cambia en nada, sigo siendo el mismo, solo aceptándome al 100%, nada cambia en mí, ni en mi forma de pensar, ni de actuar, ni de sentir, ni de relacionarme con los demás. Aceptarse y salir del armario no modifica a las personas, si acaso las hace mejores, más felices y más auténticas.
A los 18 años, la primera persona con la que hablé del tema fue mi abuela materna, una gran inspiración en mi vida y me dijo: ok mijo! Está perfecto, tú eres el mismo solo que te gustan los hombres. ¡Una mujer de 72 años! Me quedé feliz y emocionado con la reacción, y tuve la fortuna que así reaccionaron todos a mi alrededor.
Aceptarse y salir del armario no modifica a las personas, si acaso las hace mejores, más felices y más auténticas.
Siempre supe quién soy y siempre he defendido mis ideas luchando por ellas y por mí, esto nos lo inculcó mi mamá desde chicos; “siempre defiendan en lo que crean” y así es hasta hoy.
Siempre pensé en el amor y en las parejas. Veo a mis papás que llevan casados 46 años y siempre dije: esto quiero para mí. Obvio en ese momento el matrimonio igualitario no era permitido, pero yo siempre pensé: “tendré una pareja con la que compartiré mi vida”. La encontré hace 12 años y desde entonces estamos juntos, coincidiendo todos los días. En octubre de 2020 nos casamos.
