Para algunos, el hecho de que su gimnasio o estudio favorito haya cerrado hace unos meses implicó un verdadero reto para mantenerse activos . A pesar de las circunstancias, muchos eligieron una sala, un jardín o un garaje como su nuevo santuario para realizar su rutina de ejercicio. Después de varios meses, podemos decir que la creatividad no faltó, los galones de agua se convirtieron en nuestras mancuernas, el barandal de nuestro balcón pasó a ser nuestra barra, los trapos se transformaron en sliders mientras que la silla del comedor la utilizamos como el banco designado para hacer abdominales.
Hoy agradecemos al internet y a las redes sociales no solo porque nos permitieron continuar “asistiendo” a nuestras clases favoritas sino también porque nos dieron la oportunidad de tomar la clase de ese estudio que siempre quisimos conocer. De hecho, nos atrevemos a decir que hacer ejercicio desde casa junto con nuestros seres queridos fue mucho más cómodo, eficiente y hasta más divertido que ir al gimnasio.