Conocí a Liz una noche de fiesta en Guadalajara. Pudimos haber culpado al azar por propiciar el encuentro, pero el tiempo revelaría que fue su vocación parrandera la que lo hizo: si de fiesta se trata, Liz no perdona. Entre música de banda, tuve el placer de conocer a la mujer detrás de El Mural, a la responsable de esos moles de panza y de pápalo, y de esos chiles en nogada por los que bien vale la pena hacer el viaje a Puebla. En El Mural de los Poblanos hay que reservar, que no quede duda. El trabajo que Liz ha hecho se ve reflejado todos los días en sus mesas. Mucho tiene que ver con el compromiso que ella tiene con la cocina de Puebla y con sus productos, con el pulque y el buen mezcal.
Para muestra, su famoso huaxmole –mole de caderas que convierte a octubre en el mejor mes del año–, con el que da continuidad a la tradición de su tierra. Hoy, como siempre, es una mujer quien lleva el estandarte de la cocina poblana. A pesar de ser fiestera, Liz va por la vida sin hacer ruido de más; prefiere dejar que su trabajo hable por ella.
Por Pedro Reyes, director de Gourmet Awards y comensal de Liz.
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