Montserrat Oliver
Se puso el casco para montarse en la motocicleta donde ya la esperaba Yaya Kosikova con una mochila repleta de víveres, una caja amarrada al manubrio con herramientas y comida para perros en bolsas. Montserrat transportó todo tipo de artículos para hacerlos llegar a los damnificados. Se adentró a las zonas de derrumbe a preguntar qué se necesitaba, a alimentar a quienes pasaron su día con una pala o, simplemente, a dar agua y calmar la sed de quienes ni por el intenso calor cesaron en su afán por levantar todo lo que movió el terremoto. Ella demostró su amor por la vida, no sólo con ayuda humanitaria, sino también a través de una colecta que lanzó en redes sociales para juntar alimento para mascotas y distribuirlo en albergues. Porque todo suma, porque México sabe unirse en una sola voz.