Paola Garduño
“Paola por favor ven a la casa, un policía entró y se cayó en la alberca”. Estábamos en un viaje a Mérida, ella se había quedado en el restaurante, algunas de nosotras, sus amigas, habíamos decidido regresar a dormir a la casa que habíamos rentado, y fue esa, una de tantas historias con la Chef, que guardaré en mi corazón por el resto de mis días. Pachis, como la llamamos las amigas, ha sido una gran aportación para México y para los que la rodeamos. Hablar de ella es hablar de éxitos, de amor a la patria, y sobre todo de pasión por el buen comer. La conozco desde hace décadas, aún recuerdo cuando empezó en el mundo del placer de los sabores; en la cocina de su casa, con sus mayoras trabajando día y noche para suministrar sus encargos de banquetes. Su niña, Daniela, todavía no nacía. Día tras día le pedían más y más servicios, anticipando el éxito que no se hizo esperar, un emporio que a pasos agigantados se estaba “condimentado” en esa pequeña cocina hogareña que atesoro en mi memoria. Es Paola una de las personas que más admiro en mi vida; trabajadora, inteligente, buena amiga, cumplida, terca, sensible, simpática, pero sobre todo, no hay obstáculo que no pueda superar.