Itala Schmelz
1994: la Condesa era una colonia de calles vacías que aún guardaban en la memoria silencio por el terremoto de hacía 11 años. En una esquina estaba La Panadería. En sus vitrinas en vez de pan se asomaban piezas que estaban por construir el arte contemporáneo más influyente del futuro. Era una suerte de laboratorio para artistas jóvenes. Llegué una tarde y en medio vi a una joven de melena de león; sus ojos eran rayos de sol soñadores que penetraban el espacio, su absoluta concentración me llamó la atención, nada la distraía. Su mirada brillaba hacia posibles mundos en el espacio. Años después escuché la voz de Itala, su voz es suave, cada palabra es precisa, con un sentido del humor exquisito. Es fascinante su manera de comprender el arte, profundamente inteligente, describe las obras con un romanticismo que a veces hasta las mejora. Es una poeta.