Fernando del Paso
Guardo en la memoria mi primer encuentro con él, en 1985, en París, cuando yo era ministro de la Embajada de México. La referencia que tenía de él era la del autor de dos libros extensos y extraordinarios: José Trigo y Palinuro de México, y quedé cautivado por su conversación, una combinación difícil de hallar entre humor, cultura, profundidad y calidez. Era la conversación de un hombre de múltiples inquietudes, de muchos horizontes, empeñado en la palabra. Platicamos en el Café Deux Magots, que congregó a Picasso, a Sartre y que, con su vista a la iglesia de Saint Germain, nos daba la atmósfera propicia para compartir el entusiasmo y explorar la fascinación común por la historia, la literatura y la música. Así, entre los textos maravillosos que compartíamos, apareció como un sol la que es, y no sólo para mí, la novela suprema de las letras mexicanas: Noticias del imperio.