Dolores Heredia

En la enorme hacienda de San José del Carmen, un hombre se desplaza acongojado. En los brazos lleva una niña de meses. Cuando su mujer lo ve aparecer, se alarma y lo interroga. Él responde que es su hija. Al oírlo, la mujer echa hacia atrás la cabeza y lanza una especie de aullido. El dolor de la mujer se transforma instantáneamente en furia y comienza a destruir todo lo que está cerca. El hombre declara que la madre de la niña está muerta. La escena sigue entre lágrimas, reproches, recriminaciones. Bruscamente la mujer camina hacia la niña, la toma en sus brazos y sale con ella. Esta escena la encarna con brío minucioso y perfección admirable Dolores Heredia, actriz. Los que estamos ahí atrás de las cámaras, vemos el desarrollo de la pasión encarnada por Dolores, conmovidos y reverentes, como se presencia siempre el arte verdadero.

Como, según Chejov, el primer signo del talento es ser infatigable, Dolores, además de gran actriz es presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.