Diego del Río
Es un ejemplo a seguir, sin duda. Todos tendríamos que aprender de este joven director de teatro pues, aunque esa es su especialidad, él está preparado para dirigir en todos los medios en los que se requiera contar una historia muy bien. Es que es un apasionado de su quehacer, un ejemplo de compromiso, disciplina, entrega incondicional, inteligencia y capacidad para llevar su trabajo a la mayor complejidad, junto con todos los que conforman su equipo creativo y técnico. Además posee generosidad y amor para conducir a todos, en especial a sus actores, a buen puerto. Puedo decir que de las experiencias teatrales que he tenido, la de Diego ha sido de las más bellas y disfrutables, junto con las vividas con maestros como Julio Castillo, Héctor Mendoza, José Luis Ibáñez, Veronese y Salvador Garcini.
Diego, me encantas, te admiro y te amo. ¡Gracias!