En su viaje más anhelado y esperado, como ha declarado en ocasiones anteriores, el Papa recordó el sufrimiento del pueblo iraquí, afectado por guerras y terrorismo. "Conflictos sectarios basados a menudo en un fundamentalismo que no puede aceptar la pacífica convivencia de varios grupos étnicos y religiosos, de ideas y culturas diversas.
"Todo esto ha traído muerte, destrucción, ruinas todavía visibles, y no sólo a nivel material: los daños son aún más profundos si se piensa en las heridas del corazón de muchas personas y comunidades, que necesitarán años para sanar", dijo en uno de sus primeros discursos en tierras kurdas.
Todas las actividades se realizaron en aparente sana distancia y con las medidas necesarias en cuidados sanitarios, salvo algunos espectáculos como bailes e interpretaciones musicales con orquestas locales, realizados en honor al visitante de origen argentino.
Fue en los salones del mismo Palacio Presidencial, también llamado Palacio Republicano (uno de los lugares favoritos de Saddam Hussein), donde el Papa Francisco sostuvo encuentros con autoridades y representantes de la sociedad civil y cuerpos diplomáticos iraquíes.