La primera vez que tuve contacto con una pieza de Colorindio fue en uno de esos bazares tan característicos de la Ciudad de México. Me llamó la atención la calidad de un tejido que no entendía bien si respondía a una manifestación indígena heredada o al trabajo de un diseñador minucioso que cuidaba cada detalle.
Años más tarde, por mera casualidad, tuve la suerte de conocer a Libia y a Pola. Dos mujeres con vidas muy distintas, pero al mismo tiempo almas gemelas. Desde entonces ha habido ajiacos de por medio –por aquello de ese lazo colombiano que nos une con Libia-, colaboraciones en proyectos de interiorismo, lluvias de ideas sobre nuestras empresas creativas, sismos, mudanzas y alguna que otra fiesta.
Al final, construimos lo más cercano a una familia que casi todo expatriado termina creando y entendí que justamente en ese concepto radicaba la alianza de estas dos mujeres y el éxito de su empresa textil. Ellas son el corazón de una gran familia conformada por más de 150 mujeres de comunidades de Chiapas y Oaxaca, que tejen historias de cultura ancestral a través del textil. Su labor representa la preservación de herencias de familia, hilos de costumbres que viajan de generación en generación.
Alejandro Bahamón, arquitecto, editor-creador de Latinta y amigo de Libia y Pola.