Estoy segura de que Marce no pertenece a este mundo, viene del pasado bailando con la nostalgia y melancolía de lo que fue, pero visualizando con seguridad el futuro de lo que será. Sin duda es un alma vieja visionaria, la viva imagen de la belleza en la contradicción.
Su dualidad la hace una mujer completa, encuentra su propio balance entre ser fuerte y delicada, soñadora y real, ligera y profunda. Una guerrera encantadora con espada de pluma. Pero lo que siempre puedes esperar recibir de ella es esa alegría de ser creadora.
Posee una energía contagiosa que invita a imaginar mundos mágicos y que con gracia transmite a través de su profesión y su vida: la Arquitectura.
La conocí hace cinco años cuando ingresó como emprendedora en Victoria147 y he tenido la oportunidad de ver su evolución tanto personal como profesional. Comenzamos una relación de trabajo pero las pláticas y puntos en común nos convirtieron en amigas. Es una esponja inquieta que quiere absorber todo lo que el día le permita y siempre está dispuesta a enseñar lo que aprendió de vuelta. Viendo hacia atrás, lo que más recuerdo cuando pienso en ella es su sonrisa constante, su caminar fluido y su nobleza dispuesta a ayudar a la menor provocación.
Quien conoce a Marce sabe que la naturaleza es su refugio, es amante de las estrellas, del cielo y de la posibilidad de volar.
Un día coincidí en un panel con ella y la escuché hablar del proceso creativo multisensorial que sigue al trabajar. Recuerdo que dijo algo así: “Antes de comenzar cualquier proyecto, necesito conectar con el lugar. Me recuesto en el terreno, me mimetizo con todos los aspectos del espacio percibiendo el olor de la tierra, sintiendo la humedad de la brisa, escuchando los sonidos y entendiendo las texturas. Es importante respetar la naturaleza del espacio original y así proponer algo que conviva, armonice y evite a toda costa imponerse ante la naturaleza que ahí coexistirá”.
Nunca había escuchado una forma más poética, genuina y pasional sobre la tierra, las hojas, el agua y el cemento como lo escuché de Marce. Su auténtica pasión por los espacios, su atención en darle voz a los materiales que para otros son inertes y su fijación por lograr la armonía de provocar “encuentros” son su sello de distinción.
Disfruto un montón platicar con ella… es un libro abierto que deleita desde el tema más trivial hasta la plática más fumada y filosófica. Pero cuando habla de la Arquitectura y de la posibilidad que tiene a través de ella de crear espacios donde sucedan encuentros, no hay cómo detenerla.
A mi Marce le espera un futuro de muchos éxitos, su talento se multiplica con la experiencia y el paso del tiempo, y su orgullo de ser mujer mexicana la está colocando como un inquieto remolino que vale la pena observar.
Ana Victoria García, fundadora de Victoria147