Conocí por primera vez a Mabel cuando estábamos montando Manual de DESuso y recuerdo que fue difícil leer su edad. Por momentos parecía una joven recién egresada de la carrera, pero al escucharla hablar parecía una mujer con mucha experiencia: un alma vieja hablando desde su sabiduría.
Publicidad
Desde ese día quedé maravillada con su presencia, su talento y su profesionalismo. Mabel es difícil de leer, pues no se parece a nadie que hayas conocido antes. Ella es única, es auténtica y por eso despierta tanta curiosidad.
Como actriz es disciplinada, generosa y apasionada; no se conforma, busca constantemente. Explora a sus personajes como si fueran laberintos que recorre una y otra vez en busca del minotauro, y aunque ya haya encontrado el camino de salida, regresa para descubrir otro camino, otra perspectiva. Ella no se complace con poco, sabe que siempre hay algo más.
Su presencia en escena es sobrecogedora: sube al escenario y lo invade, te atrapa, te mira y te lleva con ella a ese espacio hermoso de comunión en el que quedas suspendido y conectado como público. El teatro la ama ya que ella es presencia.
Como mujer, Mabel ha sido dotada con una enorme fuerza y valentía, y ha sido bendecida también con una hermosa voz y una sonrisa que lo llenan todo. Sus ancestras le regalaron, además, una gran inteligencia y belleza que la vuelven profunda como la noche estrellada que lo abraza todo.
Publicidad
Fotografía: Olga Laris
Coordinación: Paulina Kohn y Mercedes Abascal
Maquillaje: Ivonne Robledo
Peinado: Albertto Campos
Diseño de set: Alonso Murillo + Séptimo Murillo
Publicidad
Publicidad
Newsletter
