Una abeja es la primera imagen que me viene a la mente al pensar en cómo describir a Julieta González. Las abejas tienen fama de trabajadoras, organizadas y compartidas, y así precisamente es mi amiga.
Inició su carrera en el muy prestigiado Festival Internacional Cervantino, del que fue directora de programación, cargo que la llevó a viajar por el mundo entero para encontrar lo mejor de lo mejor del espectáculo y así traerlo a nuestro país. Al llegar a Ocesa, donde nos conocimos y donde compartimos actividad desde hace dos décadas, Julieta continuó siendo esa antena que va por el planeta descubriendo tesoros que luego gestiona para que lleguen a México.
Es como si con su actividad transportara el polen teatral de una nación a otra para hacer que florezca. Además, compartida como siempre ha sido, es tan cercana a los veteranos como a los jóvenes debutantes en la producción teatral. Por eso es que puedo asegurar, en mi nombre y en el de todos ellos, que Julieta es una mujer a la que amamos.