Carmen nació con una inteligencia superior; de niña la apodaban “Pancho López” porque era una bala desde bebé: mordía, jugaba rudo como los niños y opinaba de todo. Lo sigue haciendo: juega rudo como los niños y opina de todo... por fortuna, no muerde.
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Carmen ha corrido siempre: las horas y los días nunca son suficientes para su mente brillante, ella quisiera que el día tuviera más horas. Su imaginación supera el ritmo del mundo. La pasión de Carmen es un motor que la hace no parar nunca, que le impide dormir porque no la deja en paz ni un minuto. Poesía, novela, ensayo, guion de cine y teatro, y cocina alucinante, su creatividad explota como una olla exprés. Si no han leído todavía ninguno de sus libros, prepárense para la mejor aventura de su vida y, por favor, siéntanse a leer a la más grande escritora que haya nacido en nuestro país (lo puedo decir yo porque soy su hija y porque es verdad).
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Carmen nació en una sociedad en la que las mujeres se casaban y eran amas de casa; quizás estudiaban para poder tener más temas de conversación para las cenas con sus esposos o para no aburrirse. Ella abrió paso a todas nosotras. Educó a dos hijos libres y felices. Por favor, dinos cómo hiciste para lograr todo esto y seguir viva. Y gracias por todo, mamita.
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