#Columna B You: Aprendiendo a poner límites ante las personas tóxicas
Nota del editor: Bárbara Barragán es psicoterapeuta especialista en Análisis Existencial y Logoterapia. Ha encontrado su camino y sentido de vida acompañando a otros a encontrar el suyo. Atiende terapias en su consultorio particular, imparte cursos y talleres sobre Logoterapia; y es docente en SMAEL (Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia) donde forman nuevos psicoterapeutas.
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Este fin de semana, platicaba con un gran amigo sobre un tema incómodo, doloroso y destructivo para él, pero sobre todo recurrente; y tiene que ver con una relación que constantemente traspasa los límites, que además él permite porque nunca delemitó con claridad hasta dónde sí y dónde no. Y no sólo con esa persona sino con otras.
¿Te suena familiar? ¿Te ha pasado que llegas una y otra vez a lo mismo con esa persona, prometiéndote que ya no pasará? Creo que el tema tiene que ver más contigo que con el otro, pero sobre todo con los límites, en cómo delimitas claramente tu territorio, espacio y tu ser. Se trata de tener claro hasta dónde vas a permitir que el otro entre en tu vida para que no la afecte. Tiene que ver con el conocimiento sobre ti mismo y cómo hacerte valer.
Comencemos por entender que un límite es una división, ya sea física o simbólica, que marca una separación entre dos territorios, naciones o personas. También es el extremo al que se puede llegar desde lo espiritual o lo corporal y tú decides hasta qué extremo puedes llegar.
Los límites nos distinguen a unos de otros, regulan nuestro comportamiento, nos contienen, guían, protegen y previenen, si no existieran los límites entre las personas cómo haríamos notar quién es cada quién, sería muy fácil perdernos entre la multitud y dejar de saber qué pensamos, qué nos gusta o disgusta.
Los límites tienen dos funciones claras:
1) Restringir. Pones en claro que no eres omnipotente, que no puedes pasar sobre todo o sobre todos. Esta función te ayuda a distinguir tu realidad.
2) Constituir. Estableces claramente quién eres frente a los otros.
Ambas funciones actúan de forma simultánea, te ubican y permiten descubrirte con todo lo que sí eres y puedes, como un ser único e irrepetible con una identidad.
Siendo algo aparentemente tan obvio, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo poner límites, sobre todo en relaciones que nos importan? Muchas veces es porque aprendimos desde niños a sólo obedecer y no cuestionar lo que para nosotros es correcto o no. Aprendimos que decir "no" es malo, sin embargo, el "no" dicho en el momento preciso marca límites sanos.
También hemos mal entendido que el poner límites tiene que ver con el cariño, es decir no los ponemos por miedo a que nos rechachen o nos dejen de querer. Cuando somos pequeños el cuestionarnos resulta un poco difícil, nuestra conciencia está en pleno desarrollo y el modelo de autoridad a seguir generalmente son nuestros padres, son en quienes confiamos y lo hacemos ciegamente.
Pero ahora como adultos debemos comprometernos con nuestra propia conciencia, desarrollar la capacidad para regularnos, y así poder reconocer y construir nuestros límites sanos para hacernos valer, al mismo tiempo que reconocemos los límites de los demás y comenzamos a respetarlos. Limitar o limitarnos no es aniquilar. Es construir marcos de referencia en donde nos podamos mover con mucha mayor libertad.
Cuando aprendes a poner límites pierdes el temor a decir "No" y te sientes definido, congruente, sabes qué quieres y qué no, te aceptas con tu fortalezas y debilidades; esto aumenta tu conciencia de identidad y permite tu movilidad en el mundo de una forma más adecuada.
Empezar a trabajar con tus propios límites, te dará seguridad y protección, aumentará tu autoestima y amor por tus capacidades. Trabajar con tus límites te ayudará a respetar y respetarte. Te llevará a descubrirte, conocerte y hacerte valer. Podrás sanar relaciones que en verdad valen la pena para ti y rechazar las que te hacen daño, pues recuerda que el verdadero amor sólo es posible entre dos personas, dos seres con su propia identidad. Sin identidad no hay amor sino sometimiento y posesión.
Poner límites es un acto de amor con uno mismo y con los demás.
Tu tarea esta semana será:
1- Elige alguna situación pequeña en la que no has podido decir que no, por ejemplo ir al restaurante que siempre eligen tus amigos y que tu odias pero aún así vas.
2- Puedes proponer otro lugar y si tu respuesta no es aceptada enontonces atrévete a no ir, date cuenta de tu realidad, no pasa nada grave. Date cuenta que no te dejan de querer y que por el contrario te comienzas a sentir más querido y escuchado por la persona más importante: TÚ.
3- Elige algo que no sea muy grande pero que te afecte y empieza a decir no.
4- Poco a poco ve añadiendo más cosas hasta que encuentres el valor para dejar de hacer todo lo que no quieres hacer, no tienes que cambiarlo todo, ni tampoco hacerlo de una sola vez, sólo cambia aquello que no te guste y que no te aporte nada a tu vida. Cuesta pero ¡vale la pena!
Así que te dejo esta frase del Dr. Miguel Ángel Núñez: "Poner límites no sólo es saludable, en muchos casos es vital para sobrevivir".
Nos seguimos leyendo
Contacto de Bárbara Barragan D.:
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Mail: byou.psicoterapia@gmail.com
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